La superficie del aire es un libro de cuentos que combinan inteligencia, humor, gracia, disparate. Leemos en el prólogo:
Sí, señor: usted está por entrar en un universo tan lógico como disparatado. Estas historias entrecruzan realidad y fantasía, sin dejar a la vista esa frontera. Frontera que a veces es la línea que separa el submundo parisino de las calles mismas de París, o es la petición para casarse con un muerto, o el rematar su propia alma, o hasta puede ser un descensor con vida propia.
Nada es extraño, si hasta alguien busca al amor de su vida basándose en las marcas de un libro.
Leer a Rubén es sorprenderse, es reír, es saltar de la silla o el sillón. Así se siente cuando, en la cómoda y llana lectura en la que creemos estar sumergidos, de alguna página y por entre esos renglones tan prolijitos asoma un personaje que, antes de que nos demos cuenta, ya nos susurra o nos grita o simplemente nos dice: lector, esto no es lo que parece.