Los años pueden pasar sin sobresaltos, y aunque haya heridas que nunca cierran y los recuerdos puedan convertirse en encrucijadas o callejones sin salida, el amor perdura. Alejandra Laurencich retorna con renovada perspectiva a los lugares y personajes de su aclamada novela Vete de mí, presentando nuevos aliados y enemigos, con el ritmo voraz de los amantes salvajes.

Todos sus caminos regresan una y otra vez a Luis Stapleton, -enfant terrible, acaudalado, rebelde y autodestructivo-; en él se produce una comunión de placer y dolor, amor y odio. A su lado, la vida es una tierna perversión, una llama de luz que quema: una droga que consume a todos los que se ven arrastrados en su vórtice descendente. Haciendo que la vida sin su presencia duela menos, pero carezca de sentido.

Con una pluma impecable, la trama deja al descubierto los sutiles mecanismos de los comportamientos sociales, mediáticos y políticos, de un lugar donde pareciera no haber una cura, ni el deseo de encontrarla. Entre la posibilidad de una vida de amores y excesos que los consume o una existencia solo alimentada de recuerdos y anhelos, ¿cuál es la salida?

Laurencich explora, con una precisión obsesiva, los agujeros negros del amor, esa zona ominosa y un tanto inaccesible. Esta exploración además es generacional; escarba en el escepticismo político que mina lo íntimo y oxida las certezas depositadas en la naturaleza del amor.

Silvina Friera

El imperfecto laberinto del amor - Alejandra Laurencich

$24.900
El imperfecto laberinto del amor - Alejandra Laurencich $24.900

Los años pueden pasar sin sobresaltos, y aunque haya heridas que nunca cierran y los recuerdos puedan convertirse en encrucijadas o callejones sin salida, el amor perdura. Alejandra Laurencich retorna con renovada perspectiva a los lugares y personajes de su aclamada novela Vete de mí, presentando nuevos aliados y enemigos, con el ritmo voraz de los amantes salvajes.

Todos sus caminos regresan una y otra vez a Luis Stapleton, -enfant terrible, acaudalado, rebelde y autodestructivo-; en él se produce una comunión de placer y dolor, amor y odio. A su lado, la vida es una tierna perversión, una llama de luz que quema: una droga que consume a todos los que se ven arrastrados en su vórtice descendente. Haciendo que la vida sin su presencia duela menos, pero carezca de sentido.

Con una pluma impecable, la trama deja al descubierto los sutiles mecanismos de los comportamientos sociales, mediáticos y políticos, de un lugar donde pareciera no haber una cura, ni el deseo de encontrarla. Entre la posibilidad de una vida de amores y excesos que los consume o una existencia solo alimentada de recuerdos y anhelos, ¿cuál es la salida?

Laurencich explora, con una precisión obsesiva, los agujeros negros del amor, esa zona ominosa y un tanto inaccesible. Esta exploración además es generacional; escarba en el escepticismo político que mina lo íntimo y oxida las certezas depositadas en la naturaleza del amor.

Silvina Friera