¿Cómo es que de pronto nos miramos al espejo y nos hemos convertido en “gente grande”? Mónica Berjman parte de este compartido misterio inexplicable para hacer sonar en nuestra literatura una voz que hasta ahora nunca habló: la de una mujer vieja. Una voz pícara, brillante, maligna o benévola pero nunca ñoña.

Para el capitalismo los viejos son un gasto inutil y para el patriarcado, la mujer vieja es la cáscara de una fruta consumida: ya no es objeto deseable, tampoco puede ser madre, ¿por qué habría de ser interesante? Mónica Berjman da miles de razones sin perder el tiempo en protestar por la ceguera de un mundo que subestima a la gente vieja. Chispeante, dulce o despiadada, escribe un libro que se lee de un tirón y nos hace ver la vida de otra forma.

Elsa Drucaroff