Anita es la suma de todos nuestros deseos, temores, buenas intenciones y reservas... pero con voz y voto al mismo tiempo. Es nuestra humanidad en versión de reunión de consorcio, aplicada al amor, a dejar el hogar materno para formar una familia (sin que eso sea el deseo de los demás sino el deseo propio, pero a la vez sin herir a los demás, y sin traicionar el deseo propio).
Le escribe cartas a Alberto, su pretendiente (según tía Beba), fuente de anhelos y prevenciones, haga lo que haga o si no hace nada. Anita avanza, duda, especula, observa atenta, y a veces todo junto, siempre convencida de que cualquier persona sensata haría lo mismo.
Una historia escrita con humor que nace del afecto, y ternura por lo humano que hay en nosotros. Así también fue leída y recibida en numerosos teatros de Argentina y México.

 

Así empieza Anita, mi amor:

Estimado Alberto:

Recibí tu declaración de amor con fecha del viernes 23, misma que paso a responder.

Primero que me pareció medio larga. Ni sabías en qué andaba, entonces avanzaste más por entusiasmo tuyo que por otra razón.

En la parte que ponés que “me amás desde el primer día que me viste”, ¿a vos te parece?, para empezar no indicás qué día fue, no puedo saber si también te vi o me llevás ventaja. Sí recuerdo cuando nos presentaron, y ahora entiendo la sonrisa que traías, porque ya venías emocionado, por así decirlo.

Cuando afirmás que “he nacido para hacerte feliz”. No puede ser cierto, ahora no sé cuántos años tenés, pero desde que naciste hasta ahora, ni un poco mejoraste mi vida. O llevás un atraso que ni te cuento o es una de esas frases que se dicen por decir.

¿Que pasás noches sin dormir? No sé si estás tomando algo, ¿qué querés que haga? Podría cantarte una canción tranquila, pero no soy de cantar en público, no sé, me da vergüenza. Probá ir al médico.

Después decís que las estrellas te dicen mi nombre. ¡Estaría todo el mundo llamándome por teléfono si fuera cierto! Móviles de televisión a la puerta de mi casa, la nasa. “¡Ani, las estrellas le dicen tu nombre a un flaco!”. Nada que ver.

Que pasás las horas lánguidamente. ¿Vos buscaste qué quiere decir esa palabra? Para mí que quisiste decir otra cosa.
Por último, me pedís que te dé una respuesta y que la vas a esperar con ansiedad. Calmadito, por favor, porque lo que menos quiero es andar con gente nerviosita.

Te voy a ser sincera, me llegaron tres o cuatro cartas de amor más, ¡a cuál más disparatada y boba! Así que la tuya, dentro de todo, fue la mejorcita.

De modo que acepto tu propuesta, vení con flores mañana a partir de las cinco y seremos felices para siempre, mi amor.

Tuya de todo corazón,
Anita

Anita, mi amor - Luis Pescetti

$19.000
Anita, mi amor - Luis Pescetti $19.000

Anita es la suma de todos nuestros deseos, temores, buenas intenciones y reservas... pero con voz y voto al mismo tiempo. Es nuestra humanidad en versión de reunión de consorcio, aplicada al amor, a dejar el hogar materno para formar una familia (sin que eso sea el deseo de los demás sino el deseo propio, pero a la vez sin herir a los demás, y sin traicionar el deseo propio).
Le escribe cartas a Alberto, su pretendiente (según tía Beba), fuente de anhelos y prevenciones, haga lo que haga o si no hace nada. Anita avanza, duda, especula, observa atenta, y a veces todo junto, siempre convencida de que cualquier persona sensata haría lo mismo.
Una historia escrita con humor que nace del afecto, y ternura por lo humano que hay en nosotros. Así también fue leída y recibida en numerosos teatros de Argentina y México.

 

Así empieza Anita, mi amor:

Estimado Alberto:

Recibí tu declaración de amor con fecha del viernes 23, misma que paso a responder.

Primero que me pareció medio larga. Ni sabías en qué andaba, entonces avanzaste más por entusiasmo tuyo que por otra razón.

En la parte que ponés que “me amás desde el primer día que me viste”, ¿a vos te parece?, para empezar no indicás qué día fue, no puedo saber si también te vi o me llevás ventaja. Sí recuerdo cuando nos presentaron, y ahora entiendo la sonrisa que traías, porque ya venías emocionado, por así decirlo.

Cuando afirmás que “he nacido para hacerte feliz”. No puede ser cierto, ahora no sé cuántos años tenés, pero desde que naciste hasta ahora, ni un poco mejoraste mi vida. O llevás un atraso que ni te cuento o es una de esas frases que se dicen por decir.

¿Que pasás noches sin dormir? No sé si estás tomando algo, ¿qué querés que haga? Podría cantarte una canción tranquila, pero no soy de cantar en público, no sé, me da vergüenza. Probá ir al médico.

Después decís que las estrellas te dicen mi nombre. ¡Estaría todo el mundo llamándome por teléfono si fuera cierto! Móviles de televisión a la puerta de mi casa, la nasa. “¡Ani, las estrellas le dicen tu nombre a un flaco!”. Nada que ver.

Que pasás las horas lánguidamente. ¿Vos buscaste qué quiere decir esa palabra? Para mí que quisiste decir otra cosa.
Por último, me pedís que te dé una respuesta y que la vas a esperar con ansiedad. Calmadito, por favor, porque lo que menos quiero es andar con gente nerviosita.

Te voy a ser sincera, me llegaron tres o cuatro cartas de amor más, ¡a cuál más disparatada y boba! Así que la tuya, dentro de todo, fue la mejorcita.

De modo que acepto tu propuesta, vení con flores mañana a partir de las cinco y seremos felices para siempre, mi amor.

Tuya de todo corazón,
Anita