Un barco cuenta la historia de Eduardo Quesada, un hombre que decide abruptamente dejar de trabajar para construir un barco en el interior de su casa. La familia, entre la perplejidad y el temor, asiste al proceso de construcción, mientras cada uno procura vivir sus experiencias personales. Situada en un indefinible barrio del conurbano bonaerense a mediados de los años 70 y a lo largo de siete años, esta novela conmovedora, poblada de personajes sencillos y a la vez complejos, narra con prosa delicada y envolvente el devenir de una familia y el destino singular de sus miembros, atravesados por los efectos de una época convulsionada.“Salir de su casa, o mejor dicho de su trabajo en el barco, dejaba a Eduardo en una situación de extrañeza. Estaba hasta tal punto impregnado de la lógica solitaria de la construcción que su traslado a otro escenario lo hacía actuar con torpeza social, no sabía moverse y sus pensamientos, fuera del territorio natural donde podían contenerse en una actividad, quedaban desarticulados y lo que sucedía afuera lo ponía en un lugar confuso. Miraba a su alrededor con esfuerzo, con deseos de irse pero al mismo tiempo ligado a los detalles, con la percepción aguda de lo inadvertido por los demás, como si flotar sin meterse por completo en el ambiente lo hiciera sensible a lo mínimo.”

 

Un barco - Laura Kogan

$18.800
Un barco - Laura Kogan $18.800

Un barco cuenta la historia de Eduardo Quesada, un hombre que decide abruptamente dejar de trabajar para construir un barco en el interior de su casa. La familia, entre la perplejidad y el temor, asiste al proceso de construcción, mientras cada uno procura vivir sus experiencias personales. Situada en un indefinible barrio del conurbano bonaerense a mediados de los años 70 y a lo largo de siete años, esta novela conmovedora, poblada de personajes sencillos y a la vez complejos, narra con prosa delicada y envolvente el devenir de una familia y el destino singular de sus miembros, atravesados por los efectos de una época convulsionada.“Salir de su casa, o mejor dicho de su trabajo en el barco, dejaba a Eduardo en una situación de extrañeza. Estaba hasta tal punto impregnado de la lógica solitaria de la construcción que su traslado a otro escenario lo hacía actuar con torpeza social, no sabía moverse y sus pensamientos, fuera del territorio natural donde podían contenerse en una actividad, quedaban desarticulados y lo que sucedía afuera lo ponía en un lugar confuso. Miraba a su alrededor con esfuerzo, con deseos de irse pero al mismo tiempo ligado a los detalles, con la percepción aguda de lo inadvertido por los demás, como si flotar sin meterse por completo en el ambiente lo hiciera sensible a lo mínimo.”