Cuando una novela trasciende el género en el que se inscribe se convierte en una obra lúcida, que ofrece distintas lecturas y esto es lo que ocurre con Terciopelo de José Supera. Inmersa en una atmósfera distópica, con una pandemia que aísla, que profundiza “la anatomía de las distancias”, el autor construye un mundo, que se corre de los bordes de la ciencia ficción para introducirse en una realidad posible de espejos deformados. Allí las identidades se fragmentan, se intercambian, se disuelven (en una mancha en un pasillo), y dan lugar a una práctica dudosa: los perfiles de usuarios fallecidos son comprados por otros que necesitan vivir nuevas vidas para camuflar su existencia y tratar de sintonizar nuevas claves. Apelando al minimalismo narrativo, pareciera que todas las páginas están atravesadas por la pregunta ¿cómo se narra la tristeza? José Supera esboza la respuesta dando pie a la duda. Edifica una “máquina del abismo” en la que una mujer agoniza sola en una habitación plagada de sombras, donde se normalizan las relaciones distantes hechas de lazos que están atravesados por vidrios, pantallas, desapegos. Pero debajo de lo intangible, de la virtualidad, de los sueños efímeros, se muestra la intensidad, el afán vehemente casi erótico y primitivo de tocar otra piel con fuerza, otra piel tan suave como el terciopelo. Agustina Bazterrica

Terciopelo - Jose Supera

$19.500
Terciopelo - Jose Supera $19.500

Cuando una novela trasciende el género en el que se inscribe se convierte en una obra lúcida, que ofrece distintas lecturas y esto es lo que ocurre con Terciopelo de José Supera. Inmersa en una atmósfera distópica, con una pandemia que aísla, que profundiza “la anatomía de las distancias”, el autor construye un mundo, que se corre de los bordes de la ciencia ficción para introducirse en una realidad posible de espejos deformados. Allí las identidades se fragmentan, se intercambian, se disuelven (en una mancha en un pasillo), y dan lugar a una práctica dudosa: los perfiles de usuarios fallecidos son comprados por otros que necesitan vivir nuevas vidas para camuflar su existencia y tratar de sintonizar nuevas claves. Apelando al minimalismo narrativo, pareciera que todas las páginas están atravesadas por la pregunta ¿cómo se narra la tristeza? José Supera esboza la respuesta dando pie a la duda. Edifica una “máquina del abismo” en la que una mujer agoniza sola en una habitación plagada de sombras, donde se normalizan las relaciones distantes hechas de lazos que están atravesados por vidrios, pantallas, desapegos. Pero debajo de lo intangible, de la virtualidad, de los sueños efímeros, se muestra la intensidad, el afán vehemente casi erótico y primitivo de tocar otra piel con fuerza, otra piel tan suave como el terciopelo. Agustina Bazterrica