Digamos que un poema es una masa de agua. Hay poemas mares, poemas cataratas, poemas arroyitos, poemas tazas de té. Para mí, los poemas de Sueño con tigres serían un río: la parte del río que se revela cuando te detienes en la orilla y te inclinas a mirar de verdad. Ahí descubres que lo que pareciera ser placidez es, en realidad, un estado de compleja latencia: luz y lodo, presa y cazadores, lo que se alcanza a ver todo enredado con lo que no. 

Siempre inquisitiva, la mirada de Washington Atencio encuentra asombro no sólo en la belleza sino también en la pérdida, la herida, la transformación. En ese sentido, percibe la naturaleza no como un reino acotado, sino como una multiplicidad palpitante, pululando de implicaciones: cómo ser tierra, se pregunta mientras observa una hormiga con su cargamento; entender ese pulso / percibir lo leve. En otro momento, mira bichitos estrellándose contra un foco y registra su frenesí como un querer entrar / ser parte del brillo. Todo Sueño con tigres es un querer entrar. 

Los poemas de Atencio exploran y cuestionan los bordes entre una cosa y otra, una vida y otra, creyendo en el contacto sin desviar la mirada ni de sus limitaciones ni de la posibilidad del daño. Es el árbol un brote crecido / un cordón lo ata al mundo espero // el derrumbe, escribe. Puede que llegue ese derrumbe. Pero mientras tanto, animales antiguos me esperan // un bosque abren / en mí sus ojos. Ese yo no se pone por encima de lo que observa: se involucra con el bosque entero. Es compañero, y él espera también.  

Robin Myers

 

Sueño con tigres - Washington Atencio

$13.000
Sueño con tigres - Washington Atencio $13.000

Digamos que un poema es una masa de agua. Hay poemas mares, poemas cataratas, poemas arroyitos, poemas tazas de té. Para mí, los poemas de Sueño con tigres serían un río: la parte del río que se revela cuando te detienes en la orilla y te inclinas a mirar de verdad. Ahí descubres que lo que pareciera ser placidez es, en realidad, un estado de compleja latencia: luz y lodo, presa y cazadores, lo que se alcanza a ver todo enredado con lo que no. 

Siempre inquisitiva, la mirada de Washington Atencio encuentra asombro no sólo en la belleza sino también en la pérdida, la herida, la transformación. En ese sentido, percibe la naturaleza no como un reino acotado, sino como una multiplicidad palpitante, pululando de implicaciones: cómo ser tierra, se pregunta mientras observa una hormiga con su cargamento; entender ese pulso / percibir lo leve. En otro momento, mira bichitos estrellándose contra un foco y registra su frenesí como un querer entrar / ser parte del brillo. Todo Sueño con tigres es un querer entrar. 

Los poemas de Atencio exploran y cuestionan los bordes entre una cosa y otra, una vida y otra, creyendo en el contacto sin desviar la mirada ni de sus limitaciones ni de la posibilidad del daño. Es el árbol un brote crecido / un cordón lo ata al mundo espero // el derrumbe, escribe. Puede que llegue ese derrumbe. Pero mientras tanto, animales antiguos me esperan // un bosque abren / en mí sus ojos. Ese yo no se pone por encima de lo que observa: se involucra con el bosque entero. Es compañero, y él espera también.  

Robin Myers