«Retrato de un Noy adolescente pero también Retrato de Dorian Noy, estos siete cuentos escritos en primerísima persona son la más perfecta expresión de un subgénero degenerado y personal: la autobiografía fetichista, una memoria alevosamente parcial que hace foco exclusivo en el ansia, en una sola parte del cuerpo y en un único acto que es, sin equívocos, carnal. El avezado aunque púber mamador de piel lampiña transita un mundo hostil a su plumaje donde todavía mandaban los códigos contravencionales, las razzias, los puchos de los comisarios, los perros guardianes, las traidoras de clase alta. Sin embargo no hay lamento ni el menor gesto reivindicativo. ¿Por qué habría de haberlos si en los peores y más sórdidos contextos la Noy en femenino cae siempre arrodillada (y el partenaire, parado, de sólo toparse con sus rulos de miel, el perfil de futura diva, la desmesurada boca)? Si no hay siempre final feliz, las acabadas perpetuamente lo fueron, parece concluir el narrador en su nostálgico pero rebelde tiempo pasado».

Liliana Viola

Sofoco - Fernando Noy

$27.800
Sofoco - Fernando Noy $27.800

«Retrato de un Noy adolescente pero también Retrato de Dorian Noy, estos siete cuentos escritos en primerísima persona son la más perfecta expresión de un subgénero degenerado y personal: la autobiografía fetichista, una memoria alevosamente parcial que hace foco exclusivo en el ansia, en una sola parte del cuerpo y en un único acto que es, sin equívocos, carnal. El avezado aunque púber mamador de piel lampiña transita un mundo hostil a su plumaje donde todavía mandaban los códigos contravencionales, las razzias, los puchos de los comisarios, los perros guardianes, las traidoras de clase alta. Sin embargo no hay lamento ni el menor gesto reivindicativo. ¿Por qué habría de haberlos si en los peores y más sórdidos contextos la Noy en femenino cae siempre arrodillada (y el partenaire, parado, de sólo toparse con sus rulos de miel, el perfil de futura diva, la desmesurada boca)? Si no hay siempre final feliz, las acabadas perpetuamente lo fueron, parece concluir el narrador en su nostálgico pero rebelde tiempo pasado».

Liliana Viola