Un poco exiliado de la realidad, y bastante empapado, como todo náufrago, hecho una piltrafa: llega el poeta con su títere diminuto, el yo lírico ("o al revés", como quería Margarita Roncarolo), irrumpen absurdos en medio del escenario onírico del poema.

¿Irrumpen? ¿O ya estaban ahí desde siempre? En este teatrito de dos por cuatro digo, esta sala del under porteño en donde todavía se espera a Godot, sin más esperanza ni presupuesto que esto: una vieja silla de madera, luz, sombras y el tragicómico, descarnado recorrido de una voz como una estela de aire, y entonces:

Damas y caballeros, les pedimos por favor que apaguen sus celulares; sean bienvenidas, bienvenidos al show, ya está a punto de comenzar la función, comienza El mundo de Juan Osuna.

Patricio Foglia