Música, alcohol o algún tipo de sustancia poética, muchas veces necesitamos de su ayuda para seguir adelante más allá de la tristeza. Este libro trae poemas para aturdirnos, chupar, y chupar, y entrar en un viaje lisérgico de subidones de tristeza y pasión, porque de eso tratan estas páginas.
No cualquier poemario es un libro. Pañuelo de mocos lo es, por el nudo dramático y coherente que construye; lo es porque estos poemas, finamente entrelazados, conforman un diario poético; y por último, porque continuando con su clásica estética, Fernanda Laguna vuelve a ofrecernos un libro de autoayuda. Y así, al ayudarse a sí misma, nos ayuda a nosotres, respondiendo sabiamente a una vieja cuestión: ¿para qué sirve la literatura? 
Podría decir que leer este poemario significó un reencuentro dichoso con los tesoros familiares de la poesía de Fernanda, un mundo de brillantinas y duendes, vidrios y frambuesas; la magia de hacer poesía con basura, el borde entre el humor y la herida; pero tengo que decir que este libro es único. En él Fernanda corre el riesgo de desnudar el sacrificio, las heridas que nos provoca vivir en una sociedad patriarcal, y lo escribe desde el lugar de una poeta: “Quisiera contar lo que he sufrido, pero no es poético”. “¿O debería ir hacia la prosa y contarlo todo?” Preguntas cruciales entre arte, violencia y sanación. Y esa violencia se llora en público, y las lágrimas corren por la calle principal del mundo. Un libro cargado con todas las lágrimas del mundo, cargado como un arma, porque brujería y poesía lo son: armas para cambiar lo que fuiste y lo que sos, y, humildemente, controlar el futuro.
I Acevedo

Pañuelo de mocos - Fernanda Laguna

$18.000
Pañuelo de mocos - Fernanda Laguna $18.000

Música, alcohol o algún tipo de sustancia poética, muchas veces necesitamos de su ayuda para seguir adelante más allá de la tristeza. Este libro trae poemas para aturdirnos, chupar, y chupar, y entrar en un viaje lisérgico de subidones de tristeza y pasión, porque de eso tratan estas páginas.
No cualquier poemario es un libro. Pañuelo de mocos lo es, por el nudo dramático y coherente que construye; lo es porque estos poemas, finamente entrelazados, conforman un diario poético; y por último, porque continuando con su clásica estética, Fernanda Laguna vuelve a ofrecernos un libro de autoayuda. Y así, al ayudarse a sí misma, nos ayuda a nosotres, respondiendo sabiamente a una vieja cuestión: ¿para qué sirve la literatura? 
Podría decir que leer este poemario significó un reencuentro dichoso con los tesoros familiares de la poesía de Fernanda, un mundo de brillantinas y duendes, vidrios y frambuesas; la magia de hacer poesía con basura, el borde entre el humor y la herida; pero tengo que decir que este libro es único. En él Fernanda corre el riesgo de desnudar el sacrificio, las heridas que nos provoca vivir en una sociedad patriarcal, y lo escribe desde el lugar de una poeta: “Quisiera contar lo que he sufrido, pero no es poético”. “¿O debería ir hacia la prosa y contarlo todo?” Preguntas cruciales entre arte, violencia y sanación. Y esa violencia se llora en público, y las lágrimas corren por la calle principal del mundo. Un libro cargado con todas las lágrimas del mundo, cargado como un arma, porque brujería y poesía lo son: armas para cambiar lo que fuiste y lo que sos, y, humildemente, controlar el futuro.
I Acevedo