Monoimi no tiene morada. Hurga en casas ajenas y se lleva algo como de prestado para tramar otro formato, uno sin nicho en el anaquel. Aquí las noches son hondas y astringentes, los días demasiado luminosos y los personajes un único fantasma. Monoimi señala la fuga de gas en el recinto, cuenta los dedos del tedio y le pinta las uñas mientras nos invita a sobrepensar qué es todo esto, por qué lo sigue el cuerpo. La mejor parte es que no hace falta leer: lo que pasa se consume frente a los ojos del lector como un espiral en verano; un espiral que conserva los mosquitos y amplifica el zumbido.  Ismael Origlia

 

Monoimi - Leandro Diego

$15.000
Monoimi - Leandro Diego $15.000

Monoimi no tiene morada. Hurga en casas ajenas y se lleva algo como de prestado para tramar otro formato, uno sin nicho en el anaquel. Aquí las noches son hondas y astringentes, los días demasiado luminosos y los personajes un único fantasma. Monoimi señala la fuga de gas en el recinto, cuenta los dedos del tedio y le pinta las uñas mientras nos invita a sobrepensar qué es todo esto, por qué lo sigue el cuerpo. La mejor parte es que no hace falta leer: lo que pasa se consume frente a los ojos del lector como un espiral en verano; un espiral que conserva los mosquitos y amplifica el zumbido.  Ismael Origlia