«Medusario reclama el interés impune de ser reemplazable por la siguiente en una serie. Es exclusiva pero no excluyente (…) El conjunto dialoga entre opciones que se recombinan o apartan’. Pasando al punto central, la muestra nos ofrece además, en sus prólogos, reflexiones respecto al tema de lo barroco y el posterior neobarroco. En relación a éste, se toma importancia al papel del cubano José Lezama Lima el cual trajo a las letras latinoamericanas la aparente retórica del barroco trazándola sobre sus escritos, sin embargo, no llegará a concretarse en opinión de otros escritores. El contacto con el experimentalismo no llega a afianzar la noción del neobarroco, se pierde el establecimiento de una homogeneidad y se da paso a lo que Severo Sarduy diría del neobarroco como ‘construcción móvil y fangosa, de barro’ por lo mismo que los intentos del neobarroco se enfrentarían a una propagación de estilos en varias partes de Latinoamérica sin poder el primero ser cultivado de forma homogénea».

Roberto Echavarren

«Invasión de pliegues, orlas iridiscentes o drapeados magníficos, el neobarroco cunde en las letras latinoamericanas; la “lepra creadora” lezamesca, mina o corroe -minoritaria más eficazmente- los estilos oficiales del bien decir. Es precisamente la poesía de José Lezama Lima, que culmina en su novela Paradiso, la que desata la resurrección, primeramente cubana, del barroco en estas landas bárbaras. Dado como muerto y enterrado en el siglo XIX -aplastado por la marroquinería neoclásica, que lo tomó como modelo exorcizado del mal decir-, el barroco comienza a reemerger ya a fines del Siglo XIX, cuando aparece el término “neobarroco” entre las fiorituras del Art-Nouveau que desafiaban en su remolino vegetal el utilitarismo contable del burgués».

Néstor Perlongher

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Medusario. Muestra de poesía Latinoamericana - AAVV

$42.800
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Medusario. Muestra de poesía Latinoamericana - AAVV $42.800

«Medusario reclama el interés impune de ser reemplazable por la siguiente en una serie. Es exclusiva pero no excluyente (…) El conjunto dialoga entre opciones que se recombinan o apartan’. Pasando al punto central, la muestra nos ofrece además, en sus prólogos, reflexiones respecto al tema de lo barroco y el posterior neobarroco. En relación a éste, se toma importancia al papel del cubano José Lezama Lima el cual trajo a las letras latinoamericanas la aparente retórica del barroco trazándola sobre sus escritos, sin embargo, no llegará a concretarse en opinión de otros escritores. El contacto con el experimentalismo no llega a afianzar la noción del neobarroco, se pierde el establecimiento de una homogeneidad y se da paso a lo que Severo Sarduy diría del neobarroco como ‘construcción móvil y fangosa, de barro’ por lo mismo que los intentos del neobarroco se enfrentarían a una propagación de estilos en varias partes de Latinoamérica sin poder el primero ser cultivado de forma homogénea».

Roberto Echavarren

«Invasión de pliegues, orlas iridiscentes o drapeados magníficos, el neobarroco cunde en las letras latinoamericanas; la “lepra creadora” lezamesca, mina o corroe -minoritaria más eficazmente- los estilos oficiales del bien decir. Es precisamente la poesía de José Lezama Lima, que culmina en su novela Paradiso, la que desata la resurrección, primeramente cubana, del barroco en estas landas bárbaras. Dado como muerto y enterrado en el siglo XIX -aplastado por la marroquinería neoclásica, que lo tomó como modelo exorcizado del mal decir-, el barroco comienza a reemerger ya a fines del Siglo XIX, cuando aparece el término “neobarroco” entre las fiorituras del Art-Nouveau que desafiaban en su remolino vegetal el utilitarismo contable del burgués».

Néstor Perlongher

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