«He juntado, esperado, en tu juventud de nueve meses. Donde te encuentras. Y me haces cambiada. Ahora las rodillas salen de las faldas, empeñadas, y los muslos opacos y a veces recubiertos. Sutiles y humos los tobillos. Tendía los ojos por mínimas grietas del cuerpo, y conseguía más lunares, briznas de lunares amarronados. Quedaban lejos, razones olvidadas, formas olvidadas. Añoranzas que no invaden.

He juntado, esperando, fotografías, guras, de antigua vendedora de pájaros o de limones por las calles. O leyendas. Manchadas de enjambres de vuelo en mis mejillas fulgurantes, en los zarcillos. Y mis pechos oscureciendo, aumentando, separados de mis dedos. Sobre alfarería zigzag que mis manos palpaban lo que es. Y pubis nudo. Y muslos de lluvia. Y ancos rojos. Y pies ipap. Y su danza.

He juntado, esperando, en el bosque de abetos blancos, tomando medidas del vestido, y el sol leve del ruedo falda, y pliegues con los pliegues, y diseños. Debajo de una lámina o tejido, imagino de los besos húmedos nuestros.

Porque siento los síntomas de tus señales. Ya son mi dicha. Y tú, amor, estás aposentado, en el sitio que te guardó mi sangre. Y duermes en mi vientre, temblando por tus sueños.»

 

Los estudios - Nicolás Peyceré

$27.800
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«He juntado, esperado, en tu juventud de nueve meses. Donde te encuentras. Y me haces cambiada. Ahora las rodillas salen de las faldas, empeñadas, y los muslos opacos y a veces recubiertos. Sutiles y humos los tobillos. Tendía los ojos por mínimas grietas del cuerpo, y conseguía más lunares, briznas de lunares amarronados. Quedaban lejos, razones olvidadas, formas olvidadas. Añoranzas que no invaden.

He juntado, esperando, fotografías, guras, de antigua vendedora de pájaros o de limones por las calles. O leyendas. Manchadas de enjambres de vuelo en mis mejillas fulgurantes, en los zarcillos. Y mis pechos oscureciendo, aumentando, separados de mis dedos. Sobre alfarería zigzag que mis manos palpaban lo que es. Y pubis nudo. Y muslos de lluvia. Y ancos rojos. Y pies ipap. Y su danza.

He juntado, esperando, en el bosque de abetos blancos, tomando medidas del vestido, y el sol leve del ruedo falda, y pliegues con los pliegues, y diseños. Debajo de una lámina o tejido, imagino de los besos húmedos nuestros.

Porque siento los síntomas de tus señales. Ya son mi dicha. Y tú, amor, estás aposentado, en el sitio que te guardó mi sangre. Y duermes en mi vientre, temblando por tus sueños.»