contada por sus pacientes

Nueve analistas testimonian hoy en día lo que la experiencia analítica con Lacan ha sido para ellos. A lo largo de esta serie de textos se advierte la diferencia radical que separa a cada autor de los demás. ¿No es ese un signo de aquello que Lacan designó como la mira de un análisis, a saber: obtener la diferencia absoluta? ¿Hay, no obstante, un hilo en común dentro del conjunto?

Luis Izcovich

 

Si comenzaron la lectura en búsqueda de testimonios, ¡el libro no los va a defraudar! Hay variopintos relatos de Lacan en la vida pública, incluidas cartas que no habían sido publicadas con anterioridad: he ahí una versión de un Lacan personaje del París de aquel entonces. La lectura de este libro contribuye a desandar la posibilidad de creer en la existencia de un Lacanland que permitiría sellar con ese nombre la garantía del origen del analista. No alimenta tampoco la idea de la filiación analítica o la existencia de una estirpe de ex-analizantes de Lacan, cuya marca fuera reconocible. Mantiene entonces la pregunta ― que continúa vigente― acerca del origen del deseo del analista y busca algunas respuestas en la diversidad de testimonios de estos analistas, pertenecientes a distintas escuelas.

Del posfacio de Julieta L. De Battista

Traducción: Francisco Gelman Constantin

La práctica de Lacan - Luis Izcovich

$25.500
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Nueve analistas testimonian hoy en día lo que la experiencia analítica con Lacan ha sido para ellos. A lo largo de esta serie de textos se advierte la diferencia radical que separa a cada autor de los demás. ¿No es ese un signo de aquello que Lacan designó como la mira de un análisis, a saber: obtener la diferencia absoluta? ¿Hay, no obstante, un hilo en común dentro del conjunto?

Luis Izcovich

 

Si comenzaron la lectura en búsqueda de testimonios, ¡el libro no los va a defraudar! Hay variopintos relatos de Lacan en la vida pública, incluidas cartas que no habían sido publicadas con anterioridad: he ahí una versión de un Lacan personaje del París de aquel entonces. La lectura de este libro contribuye a desandar la posibilidad de creer en la existencia de un Lacanland que permitiría sellar con ese nombre la garantía del origen del analista. No alimenta tampoco la idea de la filiación analítica o la existencia de una estirpe de ex-analizantes de Lacan, cuya marca fuera reconocible. Mantiene entonces la pregunta ― que continúa vigente― acerca del origen del deseo del analista y busca algunas respuestas en la diversidad de testimonios de estos analistas, pertenecientes a distintas escuelas.

Del posfacio de Julieta L. De Battista

Traducción: Francisco Gelman Constantin