"Un incendio es una situación fuera de control. Una combustión incompleta, desbocada", se lee en esta novela. Un incendio se desata en las afueras de un pueblo patagónico. Es un fuego que instala una dinámica difícil de combatir. No se trepa a los árboles, no es espectacular, más bien es rastrero y sabe ocultarse para entrar en actividad, detrás de la línea de los álamos, cuando sea necesario. Algo de esa lógica del fuego mueve de manera soterrada no solo la estructura de la novela, sino también a los personajes. Una serie de voces y de obsesiones se despliegan con una calma aparente, como si no pasara nada cerca de ellos, como si "lo incompleto y lo desbocado" no fuera inminente. Cada fragmento y cada voz se vuelven una especie de coágulo de aire a punto de extinguirse.

Hernán Ronsino