En un viaje a la ciudad de Neuquén, quizás fue la noche que bajamos de Alta Barda y sentimos el frío en la cara, alguien nos contó a los que estábamos de visitantes que el viento patagónico es tan fuerte y persistente que enloquece a la gente. Es un dicho, pero alguna víctima debe haber. A modo de homenaje o de advertencia, una conocida banda local se bautizó “El Viento Enloquece a la Gente”. En Buenos Aires somos más indolentes con el clima, nos afectan los extremos (mucho calor, mucha lluvia), pero nuestras percepciones de la naturaleza son bastante limitadas.

La continuidad del viento habla de ese viento sur que destruye paredes, agujerea ladrillos y arranca ventanas. Habla también de cierta forma de la locura.

Hay una acción mental, un estado anímico, que atraviesa de punta a punta la novela, y es el recordar. Todos los personajes viven evocando el pasado con pasión de coleccionistas. Recuerdan lugares, personas, objetos, sueños, rumores, y en ese recordar minucioso la escritura de Ana Caldeiro se despliega con paciente artesanía.

Caldeiro nos pasea por paisajes crudos y desolados de una Patagonia mítica: la estepa, la costa rocosa, una cementera, minas donde vagan almas de mineros desmembrados. Pero más allá de esta singularidad, lo que se narra es el drama que, tarde o temprano, vivimos todos. Darnos cuenta de que nunca nos recuperamos de nuestro lugar de origen.

Alejandra Zina

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Siempre se vuelve a algún sitio cuando se busca algo, aunque no se sepa bien qué. Muchas veces, el pasado y ese lugar de retorno, coinciden, se convierten en un territorio y no queda más remedio que recorrerlo. En algún momento incierto, Laura decide volver hacia atrás, al pasado, a Las Salinas, su pueblo de la infancia, a buscar algo que no conoce pero se le vuelve imprescindible, vital y necesario. En un margen, Julián también busca y vuelve. Y Eva, sabiendo que su propia búsqueda está por terminar, se reserva sus últimos intentos para volver en su historia a través de la memoria. El recuerdo de Paulina sobrevuela todas las búsquedas, los planteos, los viajes en sueños, las incógnitas y se convierte en un faro que orienta, un punto de convergencia de los destinos de los personajes de esta bella novela.

La continuidad del viento se balancea entre dos escenarios que podríamos pensar como antagónicos pero que su autora, Ana Caldeiro, ha logrado fundir de manera asombrosa y brillante. Son identificables los paisajes de Las Salinas, la mina, La Meseta, todo el territorio árido de nuestro sur. Sin embargo, cuando Caldeiro nos lleva por las calles de Buenos Aires, lo hace desde la mirada de quien ha nacido o vivido mucho tiempo en el interior. Nos narra detrás de un filtro diferente, en el que se destacan detalles, sonidos, destellos que podríamos pensar como privativos de los parajes desérticos, rurales, alejados de cualquier ciudad. Es posible encontrar una Buenos Aires, sus calles, edificios, la vorágine, toda la cotidianeidad y la locura porteña en las pinceladas con que la autora nos presenta su obra con un lenguaje delicado y preciso, un trabajo de orfebrería.

 

La Continuidad Del Viento - Ana Caldeiro

$15.600
La Continuidad Del Viento - Ana Caldeiro $15.600

En un viaje a la ciudad de Neuquén, quizás fue la noche que bajamos de Alta Barda y sentimos el frío en la cara, alguien nos contó a los que estábamos de visitantes que el viento patagónico es tan fuerte y persistente que enloquece a la gente. Es un dicho, pero alguna víctima debe haber. A modo de homenaje o de advertencia, una conocida banda local se bautizó “El Viento Enloquece a la Gente”. En Buenos Aires somos más indolentes con el clima, nos afectan los extremos (mucho calor, mucha lluvia), pero nuestras percepciones de la naturaleza son bastante limitadas.

La continuidad del viento habla de ese viento sur que destruye paredes, agujerea ladrillos y arranca ventanas. Habla también de cierta forma de la locura.

Hay una acción mental, un estado anímico, que atraviesa de punta a punta la novela, y es el recordar. Todos los personajes viven evocando el pasado con pasión de coleccionistas. Recuerdan lugares, personas, objetos, sueños, rumores, y en ese recordar minucioso la escritura de Ana Caldeiro se despliega con paciente artesanía.

Caldeiro nos pasea por paisajes crudos y desolados de una Patagonia mítica: la estepa, la costa rocosa, una cementera, minas donde vagan almas de mineros desmembrados. Pero más allá de esta singularidad, lo que se narra es el drama que, tarde o temprano, vivimos todos. Darnos cuenta de que nunca nos recuperamos de nuestro lugar de origen.

Alejandra Zina

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Siempre se vuelve a algún sitio cuando se busca algo, aunque no se sepa bien qué. Muchas veces, el pasado y ese lugar de retorno, coinciden, se convierten en un territorio y no queda más remedio que recorrerlo. En algún momento incierto, Laura decide volver hacia atrás, al pasado, a Las Salinas, su pueblo de la infancia, a buscar algo que no conoce pero se le vuelve imprescindible, vital y necesario. En un margen, Julián también busca y vuelve. Y Eva, sabiendo que su propia búsqueda está por terminar, se reserva sus últimos intentos para volver en su historia a través de la memoria. El recuerdo de Paulina sobrevuela todas las búsquedas, los planteos, los viajes en sueños, las incógnitas y se convierte en un faro que orienta, un punto de convergencia de los destinos de los personajes de esta bella novela.

La continuidad del viento se balancea entre dos escenarios que podríamos pensar como antagónicos pero que su autora, Ana Caldeiro, ha logrado fundir de manera asombrosa y brillante. Son identificables los paisajes de Las Salinas, la mina, La Meseta, todo el territorio árido de nuestro sur. Sin embargo, cuando Caldeiro nos lleva por las calles de Buenos Aires, lo hace desde la mirada de quien ha nacido o vivido mucho tiempo en el interior. Nos narra detrás de un filtro diferente, en el que se destacan detalles, sonidos, destellos que podríamos pensar como privativos de los parajes desérticos, rurales, alejados de cualquier ciudad. Es posible encontrar una Buenos Aires, sus calles, edificios, la vorágine, toda la cotidianeidad y la locura porteña en las pinceladas con que la autora nos presenta su obra con un lenguaje delicado y preciso, un trabajo de orfebrería.