Una epopeya cargada de erudición y erotismo que permite reflexionar sobre la historia de nuestro continente.———————————————————————————————————————————-
Si el mito sintetiza la experiencia histórica de un pueblo, una obra literaria de afán totalizador como esta de Adolfo Colombres deviene una verdadera mitopopeya. Buscando la Tierra Sin Mal, Karaí recorre un país colmado de males y malentendidos. De él se dice que fue un truhán sensual, un beatuco ambiguo y sinuoso como la vida, que honró a la prudencia, pero huyó de la Jurisprudencia. Novela a la vez fantástica y realista, trágica y cómica, grotesca y poética, donde la palabra se exaspera para enriquecer las anécdotas, cruzando para ello tradiciones literarias de gran vigor, como las que se remontan a Fielding, Cervantes y Rabelais, con las indígenas y populares del país.
Se podría decir que el heroísmo de Karaí reside en el arte de la fuga. No solo de un enemigo imaginario o real, sino también de los discursos que avalan la cruel violencia que se descarga sobre los desposeídos. Para Karaí, lo importante es consumar su destino, llegar a la Tierra Sin Mal para salvar a su pueblo de una extinción segura. Para él, la historia no es más que una farsa trágica que pretende desviarlo de su meta, arrastrarlo hacia fines y lenguajes ajenos. Sus raptos lúbricos no le impiden ensayar por momentos el misticismo que precisa para alcanzar ese paraíso, que se encuentra en este mundo y no en el otro, al que concibe a la medida de su sexualidad desbordante.
Karaí padece esa conciencia ambigua del colonizado. Más que un estado permanente, un terreno definitivamente ganado a la oscuridad, es una noche atravesada por fuertes destellos de lucidez. Puede ser el paradigma de quien desconoce por completo los códigos de la realidad que le sale al encuentro, pero también de un iluminado que ve lo que no ven los demás. Resultan sin duda extraños estos movimientos pendulares de su mente, la que en definitiva poco registra, pues sus significativos avances son de pronto anulados por bochornosos retrocesos, como si un ser maligno se estuviera burlando de su voluble voluntad.
Karaí, el héroe es ante todo una novela profundamente lúdica, una gran aventura tanto de la imaginación como del lenguaje, cuyo héroe deviene una parábola universal de los duros peregrinajes de las víctimas de la explotación intensiva, la colonización cultural y el genocidio, propios de las prácticas que alzan el estandarte de la civilización para oprimir al otro y borrarle el rostro.

Karaí, el héroe - Adolfo Colombres

$25.900
Karaí, el héroe - Adolfo Colombres $25.900

Una epopeya cargada de erudición y erotismo que permite reflexionar sobre la historia de nuestro continente.———————————————————————————————————————————-
Si el mito sintetiza la experiencia histórica de un pueblo, una obra literaria de afán totalizador como esta de Adolfo Colombres deviene una verdadera mitopopeya. Buscando la Tierra Sin Mal, Karaí recorre un país colmado de males y malentendidos. De él se dice que fue un truhán sensual, un beatuco ambiguo y sinuoso como la vida, que honró a la prudencia, pero huyó de la Jurisprudencia. Novela a la vez fantástica y realista, trágica y cómica, grotesca y poética, donde la palabra se exaspera para enriquecer las anécdotas, cruzando para ello tradiciones literarias de gran vigor, como las que se remontan a Fielding, Cervantes y Rabelais, con las indígenas y populares del país.
Se podría decir que el heroísmo de Karaí reside en el arte de la fuga. No solo de un enemigo imaginario o real, sino también de los discursos que avalan la cruel violencia que se descarga sobre los desposeídos. Para Karaí, lo importante es consumar su destino, llegar a la Tierra Sin Mal para salvar a su pueblo de una extinción segura. Para él, la historia no es más que una farsa trágica que pretende desviarlo de su meta, arrastrarlo hacia fines y lenguajes ajenos. Sus raptos lúbricos no le impiden ensayar por momentos el misticismo que precisa para alcanzar ese paraíso, que se encuentra en este mundo y no en el otro, al que concibe a la medida de su sexualidad desbordante.
Karaí padece esa conciencia ambigua del colonizado. Más que un estado permanente, un terreno definitivamente ganado a la oscuridad, es una noche atravesada por fuertes destellos de lucidez. Puede ser el paradigma de quien desconoce por completo los códigos de la realidad que le sale al encuentro, pero también de un iluminado que ve lo que no ven los demás. Resultan sin duda extraños estos movimientos pendulares de su mente, la que en definitiva poco registra, pues sus significativos avances son de pronto anulados por bochornosos retrocesos, como si un ser maligno se estuviera burlando de su voluble voluntad.
Karaí, el héroe es ante todo una novela profundamente lúdica, una gran aventura tanto de la imaginación como del lenguaje, cuyo héroe deviene una parábola universal de los duros peregrinajes de las víctimas de la explotación intensiva, la colonización cultural y el genocidio, propios de las prácticas que alzan el estandarte de la civilización para oprimir al otro y borrarle el rostro.