En la última novela del argentino Nicolás Correa, un ex combatiente regresa al enfrentamiento bélico de 1982 durante el cual se produjo su gran transformación interior. Además, otras obras que tuvieron al archipiélago como eje
Por Miguel Sardegna

En Heroína, la guerra gaucha, la última novela de Nicolás Correa, podemos leer cosas como: "No puedo pedir más de lo que viví. Fui y volví de Malvinas. Soy una lady hecha y derecha", o "Eso no se le hace a una woman como yo, que fue a la guerra y volvió enterita".

Narrada en primera persona, en un tono confesional, espiamos la vida de una voz sin nombre para quien las Islas siguen siendo una imagen de pura actualidad, una sombra terrible que no necesita invocar, porque sola va encontrando su propio espacio. En Malvinas hubo heroísmo, y en Malvinas llegó también la transformación: de muchacho enlistado por amor a otro recluta, a alta princess. Una lady, una woman. No es raro, entonces, que diga cosas como la peluca flameando me hizo acordar a la bandera inglesa en las Malvinas, o que los recuerdos no te dejan, se quedan ahí, manoseando tus pensamientos, te hunden y si no salís te vas para abajo como el Belgrano.

En la novela, Malvinas es apenas el recuerdo de un viejo escenario, un dolor persistente del cuerpo. Un telón de fondo sobre nuevos tormentos. El problema es que Malvinas nunca puede ser un detalle o un accesorio de ninguna trama, porque Malvinas tiene la potencia transformadora de cambiar de signo a cualquier historia. Por necesidad lo tiñe todo, lo impregna de su niebla y de su hambre, de su barro, de sus tumbas.

 

Heroína. La guerra Gaucha - Nicolás Correa

$9.800
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Heroína. La guerra Gaucha - Nicolás Correa $9.800

En la última novela del argentino Nicolás Correa, un ex combatiente regresa al enfrentamiento bélico de 1982 durante el cual se produjo su gran transformación interior. Además, otras obras que tuvieron al archipiélago como eje
Por Miguel Sardegna

En Heroína, la guerra gaucha, la última novela de Nicolás Correa, podemos leer cosas como: "No puedo pedir más de lo que viví. Fui y volví de Malvinas. Soy una lady hecha y derecha", o "Eso no se le hace a una woman como yo, que fue a la guerra y volvió enterita".

Narrada en primera persona, en un tono confesional, espiamos la vida de una voz sin nombre para quien las Islas siguen siendo una imagen de pura actualidad, una sombra terrible que no necesita invocar, porque sola va encontrando su propio espacio. En Malvinas hubo heroísmo, y en Malvinas llegó también la transformación: de muchacho enlistado por amor a otro recluta, a alta princess. Una lady, una woman. No es raro, entonces, que diga cosas como la peluca flameando me hizo acordar a la bandera inglesa en las Malvinas, o que los recuerdos no te dejan, se quedan ahí, manoseando tus pensamientos, te hunden y si no salís te vas para abajo como el Belgrano.

En la novela, Malvinas es apenas el recuerdo de un viejo escenario, un dolor persistente del cuerpo. Un telón de fondo sobre nuevos tormentos. El problema es que Malvinas nunca puede ser un detalle o un accesorio de ninguna trama, porque Malvinas tiene la potencia transformadora de cambiar de signo a cualquier historia. Por necesidad lo tiñe todo, lo impregna de su niebla y de su hambre, de su barro, de sus tumbas.