Hay una locura de escribir, una locura furiosa de escribir pero no es por esto que uno está en la locura. Al contrario. La escritura es lo desconocido. Antes de escribir uno no sabe nada. Escribir es entrar en lo desconocido de sí mismo, de su cabeza y de su cuerpo (Marguerite Duras)

"Manejaba Leticia. Ariel estaba en el asiento del acompañante, no podía hablarle, pensaba en todo lo que quería decirle, pero no podía, las palabras no le salían, no podía mover la boca, le dolía la mandíbula y no tenía fuerzas. La miraba. Quería decirle que así, de perfil, nunca antes la había visto tan hermosa, nunca antes la había mirado con tanta intensidad. No podía preguntarle por qué el auto iba tan rápido, ni pedirle que bajara la velocidad, que fueran más despacio, ni decirle que era peligroso, que hacía frío, que cerrara la ventanilla, que el pelo volando le quedaba bellísimo, que por qué tenía esa cara, por qué lo miraba nerviosa y le sonreía con inquietud tratando de disimular su miedo. A qué le tenía miedo, eso quería preguntarle, pero ella volvía a mirar hacia adelante y aceleraba el auto.

Ariel no podía hablar.

Nunca antes la había visto tan decidida a algo, ¿cuánto hacía que la conocía? ¿Diez años? Tuvo la sensación de que acababa de descubrirla, de que la miraba por primera vez, y pensó que era un buen comienzo para su primera novela, esa que hacía años que quería escribir y no podía siquiera empezar.

Esa iba a ser la primera escena, la había encontrado en el momento más inesperado, un hombre encerrado en un auto a toda velocidad con una mujer bellísima y desencajada, que manejaba por un camino sin tránsito en una zona urbana algo marginal.

Leticia era su mujer, pero Ariel nunca la había amado como aman los varones a las mujeres cuando las aman de verdad, con exclusividad, pasión y algo de vergüenza."

Ficción - Paula De Luque

$22.200
Ficción - Paula De Luque $22.200

Hay una locura de escribir, una locura furiosa de escribir pero no es por esto que uno está en la locura. Al contrario. La escritura es lo desconocido. Antes de escribir uno no sabe nada. Escribir es entrar en lo desconocido de sí mismo, de su cabeza y de su cuerpo (Marguerite Duras)

"Manejaba Leticia. Ariel estaba en el asiento del acompañante, no podía hablarle, pensaba en todo lo que quería decirle, pero no podía, las palabras no le salían, no podía mover la boca, le dolía la mandíbula y no tenía fuerzas. La miraba. Quería decirle que así, de perfil, nunca antes la había visto tan hermosa, nunca antes la había mirado con tanta intensidad. No podía preguntarle por qué el auto iba tan rápido, ni pedirle que bajara la velocidad, que fueran más despacio, ni decirle que era peligroso, que hacía frío, que cerrara la ventanilla, que el pelo volando le quedaba bellísimo, que por qué tenía esa cara, por qué lo miraba nerviosa y le sonreía con inquietud tratando de disimular su miedo. A qué le tenía miedo, eso quería preguntarle, pero ella volvía a mirar hacia adelante y aceleraba el auto.

Ariel no podía hablar.

Nunca antes la había visto tan decidida a algo, ¿cuánto hacía que la conocía? ¿Diez años? Tuvo la sensación de que acababa de descubrirla, de que la miraba por primera vez, y pensó que era un buen comienzo para su primera novela, esa que hacía años que quería escribir y no podía siquiera empezar.

Esa iba a ser la primera escena, la había encontrado en el momento más inesperado, un hombre encerrado en un auto a toda velocidad con una mujer bellísima y desencajada, que manejaba por un camino sin tránsito en una zona urbana algo marginal.

Leticia era su mujer, pero Ariel nunca la había amado como aman los varones a las mujeres cuando las aman de verdad, con exclusividad, pasión y algo de vergüenza."