Había una vez... y, como en un cuento clásico infantil, lo que sigue es la desgracia. Pero en este caso no hay final. Ni terrible ni feliz comiendo perdiz. No hay moraleja. Hay, en cambio, una rueda de hámster que gira sin parar y una voz que rechina atrapada en su interior.
La rueda es un juego que no se puede abandonar, porque promete felicidad -¿y si el jugador se detuviera, a dónde iría a parar?
La lectura de estos poemas es una experiencia desesperante: se escucha el balbuceo de otro mundo, como un paraíso perdido. Prohibido el ingreso, la opción es una: te sumás a la ronda. 
Rita construye un discurso poético hibrído. Se cruzan el registro publicitrio, el lenguaje de las redes sociales y el de los programadores, la mitología nórdina, la ciencia ficcion y lo maravilloso. Los poemas se intoxican con basura de internet, con la aparición viciosa de las Fuerzas Armadas, el croar de los fabricantes de armas, slogans, propagandas, pollos a medio descuartizar. 
 
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Olivia Milberg

Elfo corporativo - Rita Gonzalez Hesaynes

$17.000
Elfo corporativo - Rita Gonzalez Hesaynes $17.000
Había una vez... y, como en un cuento clásico infantil, lo que sigue es la desgracia. Pero en este caso no hay final. Ni terrible ni feliz comiendo perdiz. No hay moraleja. Hay, en cambio, una rueda de hámster que gira sin parar y una voz que rechina atrapada en su interior.
La rueda es un juego que no se puede abandonar, porque promete felicidad -¿y si el jugador se detuviera, a dónde iría a parar?
La lectura de estos poemas es una experiencia desesperante: se escucha el balbuceo de otro mundo, como un paraíso perdido. Prohibido el ingreso, la opción es una: te sumás a la ronda. 
Rita construye un discurso poético hibrído. Se cruzan el registro publicitrio, el lenguaje de las redes sociales y el de los programadores, la mitología nórdina, la ciencia ficcion y lo maravilloso. Los poemas se intoxican con basura de internet, con la aparición viciosa de las Fuerzas Armadas, el croar de los fabricantes de armas, slogans, propagandas, pollos a medio descuartizar. 
 
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Olivia Milberg