Escrito en los bordes de las instituciones filosófica y literaria, Derrida y la literatura es uno de los libros más exhaustivos y rigurosos acerca de la noción de literatura en la obra de Jacques Derrida y su preocupación por autores como Kafka, Artaud, Poe, Cixous, Ponge, entre otros. Atravesando el teatro y la metafísica, la escritura y la gramatología, la literatura y el pensamiento, el trabajo de Evando Nascimento no se supedita, sin embargo, a un informe que vendría a dar cuenta del estado de la cuestion. Como señala muy bien Mónica B. Cragnolini en su postfacio, “se trata siempre, con la lectura de los textos de referencia, de enfatizar los límites que definen o indefinen una larga tradición, la cual recubre toda la historia del llamado Occidente, ahora en su momento de pérdida de fronteras”. Para Nascimento, la literatura no tiene ni función específica, ni esencia. Su especificidad es extremadamente relativa, habiéndose definido progresivamente, en el paso del siglo XVIII al XIX, como un término que reunía prácticas distintas entre sí. Las disciplinas que se constituyeron a lo largo del siglo XIX, como la historia, la crítica y la literatura comparada, así como la teoría de la literatura en el siglo XX, pretendían delimitar y sistematizar un campo conceptual, sin jamás obtener pleno éxito. La literatura, concluye el autor, nunca fue pura, y nunca pudo identificarse plenamente a sí misma, pues lo suyo es la permanente apertura hacia el otro y lo otro.

Derrida y la literatura - Evando Nascimento

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Escrito en los bordes de las instituciones filosófica y literaria, Derrida y la literatura es uno de los libros más exhaustivos y rigurosos acerca de la noción de literatura en la obra de Jacques Derrida y su preocupación por autores como Kafka, Artaud, Poe, Cixous, Ponge, entre otros. Atravesando el teatro y la metafísica, la escritura y la gramatología, la literatura y el pensamiento, el trabajo de Evando Nascimento no se supedita, sin embargo, a un informe que vendría a dar cuenta del estado de la cuestion. Como señala muy bien Mónica B. Cragnolini en su postfacio, “se trata siempre, con la lectura de los textos de referencia, de enfatizar los límites que definen o indefinen una larga tradición, la cual recubre toda la historia del llamado Occidente, ahora en su momento de pérdida de fronteras”. Para Nascimento, la literatura no tiene ni función específica, ni esencia. Su especificidad es extremadamente relativa, habiéndose definido progresivamente, en el paso del siglo XVIII al XIX, como un término que reunía prácticas distintas entre sí. Las disciplinas que se constituyeron a lo largo del siglo XIX, como la historia, la crítica y la literatura comparada, así como la teoría de la literatura en el siglo XX, pretendían delimitar y sistematizar un campo conceptual, sin jamás obtener pleno éxito. La literatura, concluye el autor, nunca fue pura, y nunca pudo identificarse plenamente a sí misma, pues lo suyo es la permanente apertura hacia el otro y lo otro.