Virginia Caramés en “Aves, moscas y otras máquinas”, desechando las exégesis de poetas parroquiales (sufren mucho, piden su óbolo: confidencias, miserias, querellas) y las apariencias tras los elementos figurativos del lenguaje, escribe sobre algo que siempre está ocurriendo muy lejos: en la página; y se demora en responder a ese conjuro antiguo, porque intuye que todavía una vez, un verso puede vivir mucho tiempo frente a los ojos de un hipotético lector (“La voz partida será tu antorcha/ —o mejor— tu talismán”). De alguna manera interpela a quien fuese a leer: ¿querían escribir? requiere nada, hagan prueba de sí cuando las noches imperan (“Extraviarse/ muda/ desnuda/ en cuál barro/ cuál”); y desarrolla una idea peregrina: en el relato de algún caminante es posible devenir pródigos en aventuras y en hallazgos y tomar nota de las palabras (“compases desordenados”) que ofrece el libro ayuda a repeler el miedo y el tiempo y a recordar, exacto, un día, un nombre, una luz tardía. Porque la vida limita al arte y una sola línea sincera basta para distinguir la propina de la limosna. Así suele dictarlo el corazón (“Acerca del camino/ Le pregunté/ Porque era tarde”)

Aves, moscas y otras máquinas - Virginia Caramés

$15.000
Aves, moscas y otras máquinas - Virginia Caramés $15.000

Virginia Caramés en “Aves, moscas y otras máquinas”, desechando las exégesis de poetas parroquiales (sufren mucho, piden su óbolo: confidencias, miserias, querellas) y las apariencias tras los elementos figurativos del lenguaje, escribe sobre algo que siempre está ocurriendo muy lejos: en la página; y se demora en responder a ese conjuro antiguo, porque intuye que todavía una vez, un verso puede vivir mucho tiempo frente a los ojos de un hipotético lector (“La voz partida será tu antorcha/ —o mejor— tu talismán”). De alguna manera interpela a quien fuese a leer: ¿querían escribir? requiere nada, hagan prueba de sí cuando las noches imperan (“Extraviarse/ muda/ desnuda/ en cuál barro/ cuál”); y desarrolla una idea peregrina: en el relato de algún caminante es posible devenir pródigos en aventuras y en hallazgos y tomar nota de las palabras (“compases desordenados”) que ofrece el libro ayuda a repeler el miedo y el tiempo y a recordar, exacto, un día, un nombre, una luz tardía. Porque la vida limita al arte y una sola línea sincera basta para distinguir la propina de la limosna. Así suele dictarlo el corazón (“Acerca del camino/ Le pregunté/ Porque era tarde”)