En este culto no hay predicadores ni fieles más que Una voz que resuena desde afuera y adentro del poema: al leer, esa voz nos posee y nos conduce por lugares terrenales y no tanto. Pregonar y creer se vuelven Una sola cosa, sin jerarquías, sin distinciones, sin roles. La voz del poema es su propia carne: tiende constantemente a subvertir el límite que impone al lenguaje eso que no se puede explicar y para lo cual se necesita valor para no callar. Los poemas de Alabanza se aferran a ese valor; se valen de ese fervor hagiográfico que gira en torno al arte de las musas.

 

Fradi

Alabanza - Giselle Hidalgo

$14.000
Alabanza - Giselle Hidalgo $14.000

En este culto no hay predicadores ni fieles más que Una voz que resuena desde afuera y adentro del poema: al leer, esa voz nos posee y nos conduce por lugares terrenales y no tanto. Pregonar y creer se vuelven Una sola cosa, sin jerarquías, sin distinciones, sin roles. La voz del poema es su propia carne: tiende constantemente a subvertir el límite que impone al lenguaje eso que no se puede explicar y para lo cual se necesita valor para no callar. Los poemas de Alabanza se aferran a ese valor; se valen de ese fervor hagiográfico que gira en torno al arte de las musas.

 

Fradi