e destacan en la poesía de Enrique González Parra (Michoacán, 1951) la observación y la razón poéticas. Una "razón", por lo tanto, no-instrumental, ni meramente comunicativa-utilitaria, sino, por el contrario, expresiva, sensible, creativa-creadora, en combinación con una aguda mirada, detallista por momentos, atenta a las contradicciones y paradojas. En ¿A dónde van los pájaros? se puede apreciar una hábil, sutil e inteligente capacidad de protagonizar o de presenciar, de escuchar, de recordar e imaginar; destilando, con breves versos, pequeños poemas. En ellos se "narran" acontecimientos: una voz y su circunstancia (en la casa, en la calle, en un café, en viaje…) en torno a los ajetreos cotidianos de la vida, al deseo y a la memoria; episodios que suelen derivar en alguna "conclusión" u observación, generalmente irónica o autoirónica. Otros poemas recuerdan anécdotas familiares y de infancia: el discurso autobiográfico, con sus vivencias y experiencias particulares (el poeta como lector de Borges en "Oferta", o la típica conversación telefónica con una persona remota convocando a reunirse con antiguos amigos para recordar épocas escolares en "La llamada"). Algunos ponen de relieve temas "abstractos" y reflexivos, como "Fuga": "Huir/ olas adentro/ por el líquido tibio,/ batiente,/ lleno de resplandores/ que de pronto se opacan", y originales objetos, como en "Diccionario": "Oí de un diccionario/ que sólo recopila/ palabras olvidadas". Y hay apenas unos pocos que acuden a la metáfora, especialmente aprovechada para rematar con humor -generalmente con cierta mordacidad- algún final. Como en "Control de plagas", donde se menciona lo que dicen los expertos en la materia sobre las cucarachas: sin cabeza pueden vivir "hasta por cuatro días"... ¡como los enamorados! -estos últimos, incluso más-; y en "Tarde", donde se pronostica a una señora "muy mayor", tras un cruce casual, el destino de una taza -cualquiera- de té: finalmente romperse, hacerse trizas. Luto ineluctable.

¿A dónde van los pájaros? - Enrique González Parra

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¿A dónde van los pájaros? - Enrique González Parra $14.000

e destacan en la poesía de Enrique González Parra (Michoacán, 1951) la observación y la razón poéticas. Una "razón", por lo tanto, no-instrumental, ni meramente comunicativa-utilitaria, sino, por el contrario, expresiva, sensible, creativa-creadora, en combinación con una aguda mirada, detallista por momentos, atenta a las contradicciones y paradojas. En ¿A dónde van los pájaros? se puede apreciar una hábil, sutil e inteligente capacidad de protagonizar o de presenciar, de escuchar, de recordar e imaginar; destilando, con breves versos, pequeños poemas. En ellos se "narran" acontecimientos: una voz y su circunstancia (en la casa, en la calle, en un café, en viaje…) en torno a los ajetreos cotidianos de la vida, al deseo y a la memoria; episodios que suelen derivar en alguna "conclusión" u observación, generalmente irónica o autoirónica. Otros poemas recuerdan anécdotas familiares y de infancia: el discurso autobiográfico, con sus vivencias y experiencias particulares (el poeta como lector de Borges en "Oferta", o la típica conversación telefónica con una persona remota convocando a reunirse con antiguos amigos para recordar épocas escolares en "La llamada"). Algunos ponen de relieve temas "abstractos" y reflexivos, como "Fuga": "Huir/ olas adentro/ por el líquido tibio,/ batiente,/ lleno de resplandores/ que de pronto se opacan", y originales objetos, como en "Diccionario": "Oí de un diccionario/ que sólo recopila/ palabras olvidadas". Y hay apenas unos pocos que acuden a la metáfora, especialmente aprovechada para rematar con humor -generalmente con cierta mordacidad- algún final. Como en "Control de plagas", donde se menciona lo que dicen los expertos en la materia sobre las cucarachas: sin cabeza pueden vivir "hasta por cuatro días"... ¡como los enamorados! -estos últimos, incluso más-; y en "Tarde", donde se pronostica a una señora "muy mayor", tras un cruce casual, el destino de una taza -cualquiera- de té: finalmente romperse, hacerse trizas. Luto ineluctable.