Siempre es mala época para ser joven. Ya no escuchábamos la música es una novela negra y una novela de iniciación, o mejor una novela de iniciación negra. Con su voz personal y observadora y una precisión narrativa y conceptual deslumbrante, un adolescente narra su aventura. Extranjero en su familia, extranjero entre sus compañeros de riesgo y transgresiones en el oscuro Buenos Aires de finales de los ´80 y finalmente extranjero también en el Mediterráneo inmenso y enceguecedor donde cumple su periplo de comprensión y aprendizaje. Que no sirve, claro, porque como saben quienes estudian este género literario, toda buena novela de formación es la historia de un fracaso.

Elsa Drucaroff

Lancellotti narra con un pulso descarnado, aunque más que narrar, capta la acción desde el panóptico de su escritura, donde no se escapa nada. Ya no escuchábamos la música es un libro de un frenetismo entre adormecido y furioso, y un testamento de esa juventud que nunca descansaba, porque estaba obligada a pasar del otro lado de la ley, participando del submundo de la droga, para poder vivir sus sueños.

Nicolás Moguilevsky

Ya no escuchábamos la música - Fernando Lancellotti

$23.800
Ya no escuchábamos la música - Fernando Lancellotti $23.800

Siempre es mala época para ser joven. Ya no escuchábamos la música es una novela negra y una novela de iniciación, o mejor una novela de iniciación negra. Con su voz personal y observadora y una precisión narrativa y conceptual deslumbrante, un adolescente narra su aventura. Extranjero en su familia, extranjero entre sus compañeros de riesgo y transgresiones en el oscuro Buenos Aires de finales de los ´80 y finalmente extranjero también en el Mediterráneo inmenso y enceguecedor donde cumple su periplo de comprensión y aprendizaje. Que no sirve, claro, porque como saben quienes estudian este género literario, toda buena novela de formación es la historia de un fracaso.

Elsa Drucaroff

Lancellotti narra con un pulso descarnado, aunque más que narrar, capta la acción desde el panóptico de su escritura, donde no se escapa nada. Ya no escuchábamos la música es un libro de un frenetismo entre adormecido y furioso, y un testamento de esa juventud que nunca descansaba, porque estaba obligada a pasar del otro lado de la ley, participando del submundo de la droga, para poder vivir sus sueños.

Nicolás Moguilevsky