Will Dennison y Mike Ryko son los cronistas de las idas y venidas de un grupo de amigos -y conocidos- en unos pocos días de agosto de 1944. En un tono neutro, sin juzgar ni calificar, aceptándolo todo, relatan lo que hacen hora a hora, a quiénes ven, con quiénes deambulan o se acuestan, cómo consiguen dinero, y cómo lo comparten, o lo gorronean. Casi nadie tiene trabajo, algunas de las chicas aún están en la universidad, y todos son jóvenes, con proyectos literarios o artísticos, a los que aluden casi de soslayo. Y aún no hablan de ellos mismos como escritores, aunque las dos figuras clave del relato, Phillip Tourian, un guapísimo jovencito de diecisiete años, y Ramsay Allen, el treintañero sureño que lo ama y lo sigue como «un perro apaleado», ponen «Rimbaud» y «Verlaine» cuando firman una petición para el congreso de un grupo de izquierdas.

Pero en esta extraña novela casi sin ficción, lacónica y helada y con la fascinación y la dureza de una crónica negra, nadie es quien dice ser. Porque Will Dennison es el nombre que se da a sí mismo William Burroughs en la novela, y Mike Ryko el que adoptó Jack Kerouac. Ramsay Allen era un antiguo compañero de estudios de Burroughs llamado David Kammerer, y estaba obsesionado desde hacía ocho años por el adolescente Phillip, que en la vida real era Lucien Carr (aquel a quien Allen Ginsberg dedicaría luego su Aullido), quien la noche del 14 de agosto de 1944 apuñaló a Kammerer, arrojó su cadáver al río Hudson y se dirigió después, manchado de sangre, a ver a Burroughs y a Kerouac para contarles lo que había hecho, y los hizo cómplices del asesinato.

Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques - William Burroughs. Jack Kerouac

$14.500
Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques - William Burroughs. Jack Kerouac $14.500

Will Dennison y Mike Ryko son los cronistas de las idas y venidas de un grupo de amigos -y conocidos- en unos pocos días de agosto de 1944. En un tono neutro, sin juzgar ni calificar, aceptándolo todo, relatan lo que hacen hora a hora, a quiénes ven, con quiénes deambulan o se acuestan, cómo consiguen dinero, y cómo lo comparten, o lo gorronean. Casi nadie tiene trabajo, algunas de las chicas aún están en la universidad, y todos son jóvenes, con proyectos literarios o artísticos, a los que aluden casi de soslayo. Y aún no hablan de ellos mismos como escritores, aunque las dos figuras clave del relato, Phillip Tourian, un guapísimo jovencito de diecisiete años, y Ramsay Allen, el treintañero sureño que lo ama y lo sigue como «un perro apaleado», ponen «Rimbaud» y «Verlaine» cuando firman una petición para el congreso de un grupo de izquierdas.

Pero en esta extraña novela casi sin ficción, lacónica y helada y con la fascinación y la dureza de una crónica negra, nadie es quien dice ser. Porque Will Dennison es el nombre que se da a sí mismo William Burroughs en la novela, y Mike Ryko el que adoptó Jack Kerouac. Ramsay Allen era un antiguo compañero de estudios de Burroughs llamado David Kammerer, y estaba obsesionado desde hacía ocho años por el adolescente Phillip, que en la vida real era Lucien Carr (aquel a quien Allen Ginsberg dedicaría luego su Aullido), quien la noche del 14 de agosto de 1944 apuñaló a Kammerer, arrojó su cadáver al río Hudson y se dirigió después, manchado de sangre, a ver a Burroughs y a Kerouac para contarles lo que había hecho, y los hizo cómplices del asesinato.