Esta es la foto: un país lejano, un río mínimo, un cuerpo que se hunde, una hija que viaja en su búsqueda (o de alguna respuesta). La catástrofe como un hecho artístico.
Parafraseando a Irene Gruss, la muerte de un padre no importa en sí misma, lo importante es cómo se narra para que esa muerte tome una relación directa con quien lee. Este yo lírico no sólo construye una relación personal, sino que introduce en nosotras/es/os, lectoras/es, la posibilidad de ser la hija, la esposa, o el mismo padre.
Weisse Elster (el río que no existe), de Eliana Navarro nos permite hacer cicatrizar donde la sangre tira. De este libro, como de cualquier río, no se sale indemne. La culpa es de agua, dice el poeta, y entra a nadar en estas páginas, para poder salvarme.