En el período final de su vida, Francisco Gandolfo (1921-2008) dejó el trabajo de imprenta, al que le dedicó muchos años, y se retiró de la actividad editorial, que ejerció a través de la publicación de la revista el lagrimal trifurca y de libros y plaquetas de poesía. Sus intervenciones en lecturas y eventos culturales se hicieron esporádicas y ocasionalmente publicó algunos textos y un libro, El búho encantado. En la intimidad de su casa, un departamento de cuarto piso con una hermosa vista frente al Parque Independencia, se dedicó a ordenar sus papeles y a escribir. Versos de un jubilado pertenece a esa etapa. De ninguna manera la de una declinación, ni siquiera la de un envejecimiento; los procesos de la fisiología y los de la creación literaria transcurren por caminos diferentes. La historia de Francisco Gandolfo como escritor constituyó un largo y esforzado proceso en el que fue desprendiéndose de las representaciones convencionales, la retórica y las formas estereotipadas de la poesía. En ese sentido, Versos de un jubilado representa uno de los puntos más luminosos de su obra. No tanto por el peso de la experiencia como por un impulso que se mantiene vital y se formula, al pasar, con tono aforístico: “Potente es vivir sano,/ gozar la vida, respetar el origen/ y el desarrollo de los acontecimientos”. En sus poemas, despojados hasta el extremo, está el entorno inmediato de su existencia: los árboles, el vecindario, la observación del cielo y de los pájaros, los pequeños contratiempos de la vida cotidiana, los recuerdos, las lecturas. Y cuanto menor parece el suceso, cuanto más simple se vuelve la reflexión, mejor se afirman los elementos que definen su poesía, la gracia (en el sentido de donaire y benevolencia) y el misterio de revelaciones que nos interpelan. Con las maneras de Francisco Gandolfo: la conversación serena, los guiños, las distracciones felices, los descubrimientos.
 

Versos de un jubilado - Francisco Gandolfo

$16.000
Versos de un jubilado - Francisco Gandolfo $16.000

En el período final de su vida, Francisco Gandolfo (1921-2008) dejó el trabajo de imprenta, al que le dedicó muchos años, y se retiró de la actividad editorial, que ejerció a través de la publicación de la revista el lagrimal trifurca y de libros y plaquetas de poesía. Sus intervenciones en lecturas y eventos culturales se hicieron esporádicas y ocasionalmente publicó algunos textos y un libro, El búho encantado. En la intimidad de su casa, un departamento de cuarto piso con una hermosa vista frente al Parque Independencia, se dedicó a ordenar sus papeles y a escribir. Versos de un jubilado pertenece a esa etapa. De ninguna manera la de una declinación, ni siquiera la de un envejecimiento; los procesos de la fisiología y los de la creación literaria transcurren por caminos diferentes. La historia de Francisco Gandolfo como escritor constituyó un largo y esforzado proceso en el que fue desprendiéndose de las representaciones convencionales, la retórica y las formas estereotipadas de la poesía. En ese sentido, Versos de un jubilado representa uno de los puntos más luminosos de su obra. No tanto por el peso de la experiencia como por un impulso que se mantiene vital y se formula, al pasar, con tono aforístico: “Potente es vivir sano,/ gozar la vida, respetar el origen/ y el desarrollo de los acontecimientos”. En sus poemas, despojados hasta el extremo, está el entorno inmediato de su existencia: los árboles, el vecindario, la observación del cielo y de los pájaros, los pequeños contratiempos de la vida cotidiana, los recuerdos, las lecturas. Y cuanto menor parece el suceso, cuanto más simple se vuelve la reflexión, mejor se afirman los elementos que definen su poesía, la gracia (en el sentido de donaire y benevolencia) y el misterio de revelaciones que nos interpelan. Con las maneras de Francisco Gandolfo: la conversación serena, los guiños, las distracciones felices, los descubrimientos.