Los relatos de Teoría del tacto son cuerpos palpitantes; sus palabras son carne encendida. En estas páginas resuenan las escrituras de Clarice Lispector, de Marosa di Giorgio, de Margaret Atwood, la de Quiroga, ¿la de Felisberto Hernández?, ¿la de Edgar Allan Poe? Como ellos, Fernanda Garcia Lao consigue la crueldad a través de la belleza, o al revés, o las dos cosas. Hay, de frase en frase, de una imagen a otra, la continuación de un impulso tan voraz como el de una célula, y los textos se bordan así, como extrañas mórulas, criaturas particulares: "Cada latido, una pezuña", leemos.

 

García Lao viaja hacia el centro de la tierra interior de sus personajes para luego, como una exploradora antigua, traernos el corazón de esos seres ultrapasados que vamos siendo. Sólo podremos cerrar este libro para volver a abrirlo. Porque está construido para que seamos testigos de la consistencia de las palabras con frases que aparecen después de dar la vuelta al mundo, o de atravesarlo, frases de saliva fresca que dibujan las entrañas de los pensamientos de sus habitantes. Es un libro-criatura que parasita los ojos, que los convierte, o los desvela. La escritura de su autora es feroz, Inclemente y también orgánica: como el deseo, que no puede terminar de definirse nunca.

 

Daniela Tarazona

Teoría del tacto - Fernanda García Lao

$22.500
Teoría del tacto - Fernanda García Lao $22.500

Los relatos de Teoría del tacto son cuerpos palpitantes; sus palabras son carne encendida. En estas páginas resuenan las escrituras de Clarice Lispector, de Marosa di Giorgio, de Margaret Atwood, la de Quiroga, ¿la de Felisberto Hernández?, ¿la de Edgar Allan Poe? Como ellos, Fernanda Garcia Lao consigue la crueldad a través de la belleza, o al revés, o las dos cosas. Hay, de frase en frase, de una imagen a otra, la continuación de un impulso tan voraz como el de una célula, y los textos se bordan así, como extrañas mórulas, criaturas particulares: "Cada latido, una pezuña", leemos.

 

García Lao viaja hacia el centro de la tierra interior de sus personajes para luego, como una exploradora antigua, traernos el corazón de esos seres ultrapasados que vamos siendo. Sólo podremos cerrar este libro para volver a abrirlo. Porque está construido para que seamos testigos de la consistencia de las palabras con frases que aparecen después de dar la vuelta al mundo, o de atravesarlo, frases de saliva fresca que dibujan las entrañas de los pensamientos de sus habitantes. Es un libro-criatura que parasita los ojos, que los convierte, o los desvela. La escritura de su autora es feroz, Inclemente y también orgánica: como el deseo, que no puede terminar de definirse nunca.

 

Daniela Tarazona