Negocio, espectáculo, muestra científica, efectismo político. Human Zoos, Faúne Humaine, Etnho-Shows o zoos humanos son algunas de las expresiones que se aplicaron originalmente durante la segunda mitad del siglo XIX a las villas reconstruidas en los mismos recintos de los jardines zoológicos europeos y otras instalaciones de distracción pública. Allí, los pueblos extraeuropeos expuestos en lucrativas giras fueron al mismo tiempo útiles objetos de investigación para la ciencia que buscaba conformar un inventario de tipos étnicos.

En territorio continental se hallaban los mansos patagones, grandes cazadores solidarios y confiables, pero jinetes esquivos que nunca estuvieron dispuestos a ceder su libertad.

Recorriendo las costas de la isla, entre canales y fiordos, se encontraban yámana y alacalufes. Asentados transitoriamente en las platas, aquellos canoeros nómadas fueron testigos silenciosos de empecinadas travesías por el Estrecho que culminaron muchas veces en naufragios.

En la isla grande, los cazadores del interior haush y selk’nam a quienes sus vecinos llamaban ‘onas’, fueron los grandes hombres responsables de aquellas columnas de humo que tanto inquietaron a los navegantes de Magallanes.

Esta gente fue el objeto de experiencias con las que el mundo civilizado intentó nuevas formas de apropiación amparada en la orfandad geográfica que hacían del confín austral americano una tierra vacía, sin dioses ni diablos.

Tehuelches y fueguinos en zoológicos humanos - Norma Sosa

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Negocio, espectáculo, muestra científica, efectismo político. Human Zoos, Faúne Humaine, Etnho-Shows o zoos humanos son algunas de las expresiones que se aplicaron originalmente durante la segunda mitad del siglo XIX a las villas reconstruidas en los mismos recintos de los jardines zoológicos europeos y otras instalaciones de distracción pública. Allí, los pueblos extraeuropeos expuestos en lucrativas giras fueron al mismo tiempo útiles objetos de investigación para la ciencia que buscaba conformar un inventario de tipos étnicos.

En territorio continental se hallaban los mansos patagones, grandes cazadores solidarios y confiables, pero jinetes esquivos que nunca estuvieron dispuestos a ceder su libertad.

Recorriendo las costas de la isla, entre canales y fiordos, se encontraban yámana y alacalufes. Asentados transitoriamente en las platas, aquellos canoeros nómadas fueron testigos silenciosos de empecinadas travesías por el Estrecho que culminaron muchas veces en naufragios.

En la isla grande, los cazadores del interior haush y selk’nam a quienes sus vecinos llamaban ‘onas’, fueron los grandes hombres responsables de aquellas columnas de humo que tanto inquietaron a los navegantes de Magallanes.

Esta gente fue el objeto de experiencias con las que el mundo civilizado intentó nuevas formas de apropiación amparada en la orfandad geográfica que hacían del confín austral americano una tierra vacía, sin dioses ni diablos.