Vuelvo a leer este libro de Laura Fuksman y la idea de circularidad, de juego, no deja de sorprenderme. Como si en todo comienzo estuviera implícito el final, y en todo final la promesa de un nuevo comienzo. Cada poema parece evocar algo que nunca sucedió, o cuya imposibilidad insiste, gira en torno a algo que es y que no es, salvo en deseo. De hecho, la repetición sostenida de un mismo verso, “todo comenzó” y luego “todo terminó”, en diferentes entradas del libro, parecen contribuir a esta idea de falso comienzo y de falso final. El amor, en todo caso, como un arma que se dispara sola, en cualquier momento, sin que nadie pueda predecirlo, y del que el amado y el amante son, cada uno a su turno, víctimas. Libro de amor, de un amor que fue y que no fue. Y al mismo tiempo novela policial, donde la voz poética rastrea el comienzo de ese flechazo demoledor que es el encuentro con el otro. La autora lo llama Tan real como el pavo, y aquí también vuelve a entregarse al juego de palabras, donde el amor es un pavo real, majestuoso, y el que ama, un eterno adolescente cuya “edad del pavo” hace notoria su ingenuidad, su estado de inocencia. Celebro su aparición, su lúdica maravilla y su fondo de noche.  

Osvaldo Bossi