La saga de Montoneros narrada desde la experiencia protagónica de la autora: las raíces en la militancia católica, la participación de su hermano Carlos en la génesis del movimiento y el cadáver de Aramburu hallado en la casa de la familia Ramus en Timote, la temprana relación con Mario Firmenich, la evocación de los febriles 70, el paso por la ESMA hasta su liberación y obligado exilio en 1979, y el presente donde planea esa certeza casi extrañada de que la vida, cierta manera intensa de la vida, haya cambiado tanto. Pero el libro de Susana Ramus, concebido casi como un diario personal, hace comparecer fragmentos testimoniales junto con arrebatos poéticos e intimistas -frases entrecortadas por barras caprichosas que le dan aire de versos-, la narración de hechos históricos entremezclados con la vivencia individual y familiar, el desconcierto y la sentencia categórica. En tiempos de banderas arriadas y discursos aggiornados, el texto hace una defensa de la "gesta montonera" -oscilando sí entre la catarsis y la nostalgia-, y reivindica lo que había de pureza profunda, de sublime y justiciero ideal en la lucha de esa generación. "Lo que quiero es sentir que no me han vencido. Este libro ha sido escrito con el ritmo de mi pasión, de mi dolor, mis apreciaciones políticas son parciales, poco autocríticas. Hay inexactitudes, olvidos involuntarios. No puedo hacerlo de otra manera." En el prólogo, el filósofo Horacio González destaca: "La sorprendente escritura de Susana Ramus enlaza estas reflexiones con trazos llanos de coloquialidad, extraídos del museo íntimo de la educación sentimental y política argentina. Hemos leído con admiración estas páginas reivindicativas de toda una generación, y por cierto de ella misma".