El proceso humano de conexión con el espíritu es el motor, la consistencia y la fortaleza de cualquier desarrollo sustentable que pretendamos construir. Tan complejo como desafiante, elude toda solución banal, toda receta fácil y toda mentira prometedora, para colocarse del lado de la lucha, en el camino hacia la claridad, la afirmación de la alegría y las acciones llevadas con decisión hacia su destino. No hay magia que nos salve ni hay treta que reemplace la batalla.
Recorrer momentos del arte en la pintura del siglo XX ha sido nuestro modo de llevar un hilo por la lúcida búsqueda de quienes han sabido aprehender la relación directa que hay entre una época, la mente del hombre y la vida. Algunas de esas búsquedas han cobrado tanta precisión y dirección que lanzaron con sus obras una figura al porvenir, que se mantiene como una luz guiando la ruta de quienes anhelan comprender. Somos hijos de una historia, tanto como de una cultura, de una edad, de un ciclo y del mundo. Cada persona recibe el legado de una parte de la experiencia humana en forma de sufrimiento, derrota o angustia, siendo el combate con la propia adversidad el modo de hacer avanzar la humanidad de uno y de otros hacia una mayor evolución. En tal sentido, hacer de cada vida un arte es el mayor de nuestros desafíos. Requiere disponernos a conocer el fondo de enseñanza que hay detrás de nuestras experiencias, con la paciencia necesaria para prestarse al saber y la atención suficiente para ver los signos que siempre están ante nosotros. Esa tarea, llevada sin soberbia, augura el camino hacia la lucidez, la salud y el sentido profundo de una vida. Sea como fuere, toda vida es un arte y es artista quien la va modelando con el anhelo de ser quien se es.

Signos del espíritu en el arte - María del Carmen Calvo

$22.500
Signos del espíritu en el arte - María del Carmen Calvo $22.500
El proceso humano de conexión con el espíritu es el motor, la consistencia y la fortaleza de cualquier desarrollo sustentable que pretendamos construir. Tan complejo como desafiante, elude toda solución banal, toda receta fácil y toda mentira prometedora, para colocarse del lado de la lucha, en el camino hacia la claridad, la afirmación de la alegría y las acciones llevadas con decisión hacia su destino. No hay magia que nos salve ni hay treta que reemplace la batalla.
Recorrer momentos del arte en la pintura del siglo XX ha sido nuestro modo de llevar un hilo por la lúcida búsqueda de quienes han sabido aprehender la relación directa que hay entre una época, la mente del hombre y la vida. Algunas de esas búsquedas han cobrado tanta precisión y dirección que lanzaron con sus obras una figura al porvenir, que se mantiene como una luz guiando la ruta de quienes anhelan comprender. Somos hijos de una historia, tanto como de una cultura, de una edad, de un ciclo y del mundo. Cada persona recibe el legado de una parte de la experiencia humana en forma de sufrimiento, derrota o angustia, siendo el combate con la propia adversidad el modo de hacer avanzar la humanidad de uno y de otros hacia una mayor evolución. En tal sentido, hacer de cada vida un arte es el mayor de nuestros desafíos. Requiere disponernos a conocer el fondo de enseñanza que hay detrás de nuestras experiencias, con la paciencia necesaria para prestarse al saber y la atención suficiente para ver los signos que siempre están ante nosotros. Esa tarea, llevada sin soberbia, augura el camino hacia la lucidez, la salud y el sentido profundo de una vida. Sea como fuere, toda vida es un arte y es artista quien la va modelando con el anhelo de ser quien se es.