“Sabe que vivir / no es andar hacia adelante / sino hundirse en lo profundo.” Una lectura que nos invita a replicar este movimiento de sumergirse, de complejizar la realidad donde florece la controversia como planta carnívora, en su bestial y lujuriosa anatomía: el hambre, la desesperación, la condición que dispone un orden plagado de
injusticias: “la vida / que a unos les quema / a otros nos arde”.
Los poemas, caladuras en la herida, se entierran con su estaca de madera artesanal en el centro del pecho conformista “para nuestros niños tristes / la compasión y los
arrullos serán siempre insuficientes”. La voz construida desde el desamparo tiene agilidad y vigor lingüístico, es capaz de hallar las imágenes más conmovedoras en plena desolación: “Cuando uno coincide con la mirada del caballo herido / ésta atraviesa la piel (…)”. El lenguaje se constituye como esa columna vertebral que sostiene al cuerpo
hambreado. Cuerpo que, como la muerte, iguala, contundente en su capacidad de albergar una memoria que nos auxilia. Entonces, cuando parece que ya no queda luz en
el horizonte de posibilidades, exclama “aférrate a la vida como si valiera todos sus dolores (…)”.
Andrea Marone

Relámpago en la sangre - Aketzaly Moreno

$9.000
Relámpago en la sangre - Aketzaly Moreno $9.000

 “Sabe que vivir / no es andar hacia adelante / sino hundirse en lo profundo.” Una lectura que nos invita a replicar este movimiento de sumergirse, de complejizar la realidad donde florece la controversia como planta carnívora, en su bestial y lujuriosa anatomía: el hambre, la desesperación, la condición que dispone un orden plagado de
injusticias: “la vida / que a unos les quema / a otros nos arde”.
Los poemas, caladuras en la herida, se entierran con su estaca de madera artesanal en el centro del pecho conformista “para nuestros niños tristes / la compasión y los
arrullos serán siempre insuficientes”. La voz construida desde el desamparo tiene agilidad y vigor lingüístico, es capaz de hallar las imágenes más conmovedoras en plena desolación: “Cuando uno coincide con la mirada del caballo herido / ésta atraviesa la piel (…)”. El lenguaje se constituye como esa columna vertebral que sostiene al cuerpo
hambreado. Cuerpo que, como la muerte, iguala, contundente en su capacidad de albergar una memoria que nos auxilia. Entonces, cuando parece que ya no queda luz en
el horizonte de posibilidades, exclama “aférrate a la vida como si valiera todos sus dolores (…)”.
Andrea Marone