María Eugenia Fernandez en Quien hubiera sido amada no invoca a las musas sino a sus ancestras y ancestros, linaje que traza desde la literatura ¿De qué otra forma Ursula K Légin, Maria Negroni, Emily Dickinson, Virginia Woolf, June Jordan, Inés Araoz, Sharon Olds, Angela Pradelli, Adelia Prado, Juana de Ibarborou, Rosabetty Muñoz, Macky Corbalan, Alda Merini, Delmira Agustini y tantas otras voces podrían convivir, dialogar, fusionarse y colisionar, si no es en la escritura? Las ancestras de la escritura y del linaje maldito que inicia con Eva o incluso con Lillith y que universaliza las vivencias de la feminidad de forma atemporal y ageográfica. Vivencias que ora son alegrías, minucias sentimentales, cotidianidades mundanas, ora violencias mudas y sordas en mandatos o en golpes que se vuelven concretos en las palabras. Tres mujeres que hablan y son habladas por otros y otras, en las que el cuerpo y la palabra son dos entes más materiales que abstractos, que son flores, colores, alimentos, objetos y rutinas, que los atraviesa el trabajo y la voracidad del hambre y el siniestro de la maternidad y el velo de la muerte. Y nos deja pensando: quien hubiera sido amada, sin esa herida fundamental que inicia la poesía, ¿podría haber escrito así?

Quien hubiera sido amada - María Eugenia Fernández

$9.000
Quien hubiera sido amada - María Eugenia Fernández $9.000

María Eugenia Fernandez en Quien hubiera sido amada no invoca a las musas sino a sus ancestras y ancestros, linaje que traza desde la literatura ¿De qué otra forma Ursula K Légin, Maria Negroni, Emily Dickinson, Virginia Woolf, June Jordan, Inés Araoz, Sharon Olds, Angela Pradelli, Adelia Prado, Juana de Ibarborou, Rosabetty Muñoz, Macky Corbalan, Alda Merini, Delmira Agustini y tantas otras voces podrían convivir, dialogar, fusionarse y colisionar, si no es en la escritura? Las ancestras de la escritura y del linaje maldito que inicia con Eva o incluso con Lillith y que universaliza las vivencias de la feminidad de forma atemporal y ageográfica. Vivencias que ora son alegrías, minucias sentimentales, cotidianidades mundanas, ora violencias mudas y sordas en mandatos o en golpes que se vuelven concretos en las palabras. Tres mujeres que hablan y son habladas por otros y otras, en las que el cuerpo y la palabra son dos entes más materiales que abstractos, que son flores, colores, alimentos, objetos y rutinas, que los atraviesa el trabajo y la voracidad del hambre y el siniestro de la maternidad y el velo de la muerte. Y nos deja pensando: quien hubiera sido amada, sin esa herida fundamental que inicia la poesía, ¿podría haber escrito así?