Kurt Vonnegut vuelve a la carga desde el otro mundo y podemos decir que el indomable finado sigue gozando de una magnífica salud. Tan buena que la victoria de la risa y la razón está garantizada en la batalla póstuma que ahora publicamos: una risueña crítica de la sinrazón pura. .El presente volumen consta de nueve discursos inéditos, siete de ellos dirigidos a estudiantes universitarios en días de dichosa graduación. Es éste un género muy peculiar de la oratoria norteamericana que ha dado lugar a piezas memorables adobadas con nobles sentimientos, recuerdos edificantes y melifluos elixires emitidos por autoridades de intachable prestigio intelectual. El autor de Matadero Cinco también gozaba de una excelente reputación, pero él mismo se encargaba de sabotearla para ejercer un magisterio terrestre, coloquial e irónico (cuando llegaba la hora de los dardos). Los parlamentos aquí reunidos y la guinda que los adorna son Vonnegut en estado de gracia: la quintaesencia de su tono, la campante sublimación de sus estacazos y la pólvora de su estilo rematada con un florilegio de agudezas que servirá de postre para la meditación cogitativa. O sea: Kurt al cuadrado y, en ocasiones, al cubo.

Que levante la mano quien crea en la telequinesis - Kurt Vonnegut

$31.190
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Kurt Vonnegut vuelve a la carga desde el otro mundo y podemos decir que el indomable finado sigue gozando de una magnífica salud. Tan buena que la victoria de la risa y la razón está garantizada en la batalla póstuma que ahora publicamos: una risueña crítica de la sinrazón pura. .El presente volumen consta de nueve discursos inéditos, siete de ellos dirigidos a estudiantes universitarios en días de dichosa graduación. Es éste un género muy peculiar de la oratoria norteamericana que ha dado lugar a piezas memorables adobadas con nobles sentimientos, recuerdos edificantes y melifluos elixires emitidos por autoridades de intachable prestigio intelectual. El autor de Matadero Cinco también gozaba de una excelente reputación, pero él mismo se encargaba de sabotearla para ejercer un magisterio terrestre, coloquial e irónico (cuando llegaba la hora de los dardos). Los parlamentos aquí reunidos y la guinda que los adorna son Vonnegut en estado de gracia: la quintaesencia de su tono, la campante sublimación de sus estacazos y la pólvora de su estilo rematada con un florilegio de agudezas que servirá de postre para la meditación cogitativa. O sea: Kurt al cuadrado y, en ocasiones, al cubo.