Que los anarquistas, que los libertarios estén contra la violencia no quiere decir que se lo van a pasar deshojando margaritas mientras ven que en la vereda de enfrente los hombres de botas pisotean el vergel que es patrimonio de todos, producto del trabajo de todos.

¡No olvidarse! Precisamente nosotros, los que vivimos en tierra argentina, tenemos el ejemplo de dos héroes, de dos auténticos héroes anarquistas absolutamente enemigos de la violencia que recurrieron a ella para impedir que los chacales terminaran con su orgía de sangre segando la vida de los trabajadores: se llamaron Simón Radowitzky y Kurt Gustav Wilkens. Dos almas absoluta y típicamente tolstoianas. Dos hombres que no pisaban el suelo para no matar los insectos, las células más pequeñas de todo esto tan maravillosos que se llama vida, naturaleza. Y estos dos hombres puros, mansos, recurrieron a la bomba, como cuando Jesús recurrió al látigo para echar a los mercaderes del templo.

Osvaldo Bayer

¿Qué debemos hacer los anarquistas? - Osvaldo Bayer

$13.000
Sin stock
¿Qué debemos hacer los anarquistas? - Osvaldo Bayer $13.000

Que los anarquistas, que los libertarios estén contra la violencia no quiere decir que se lo van a pasar deshojando margaritas mientras ven que en la vereda de enfrente los hombres de botas pisotean el vergel que es patrimonio de todos, producto del trabajo de todos.

¡No olvidarse! Precisamente nosotros, los que vivimos en tierra argentina, tenemos el ejemplo de dos héroes, de dos auténticos héroes anarquistas absolutamente enemigos de la violencia que recurrieron a ella para impedir que los chacales terminaran con su orgía de sangre segando la vida de los trabajadores: se llamaron Simón Radowitzky y Kurt Gustav Wilkens. Dos almas absoluta y típicamente tolstoianas. Dos hombres que no pisaban el suelo para no matar los insectos, las células más pequeñas de todo esto tan maravillosos que se llama vida, naturaleza. Y estos dos hombres puros, mansos, recurrieron a la bomba, como cuando Jesús recurrió al látigo para echar a los mercaderes del templo.

Osvaldo Bayer