¿Puede una poesía para escribir desarmar la estructura de su línea melódica, idear un verso con el que contar, a lo largo del renglón, pequeñas historias sin música? Esta apuesta de situar al poema bajo la campana de un discurso sordo al traqueteo de las sílabas y los acentos, prosaico por pararse lejos de las sonoridades altisonantes, encuentra en la figura retórica de la licentia poetarumun molde textual que a partir del siglo XIX se conoce como poema en prosa y que debe a Baudelaire los primeros intentos, la primera ganancia para la poesía. En nuestro ámbito o tradición, esto que tempranamente consiguen Fernández Moreno en Quiosco y Girondo con Espantapájaros, en los poemas de Fiebelkorn se nos muestra mediante una escritura denotativa que retiene cerca del yo enunciador sus efusiones líricas, para hallar lo absurdo o humorístico en las breves viñetas que propone. Agudeza de ingenio -diría Gracián- que por prepotencia de ironía irrumpe en el remate conceptual de estas pequeñas orfebrerías verbales.

Sebastián Bianchi

 

Poemas contra un ventilador - Horacio Fiebelkorn

$12.000
Poemas contra un ventilador - Horacio Fiebelkorn $12.000

¿Puede una poesía para escribir desarmar la estructura de su línea melódica, idear un verso con el que contar, a lo largo del renglón, pequeñas historias sin música? Esta apuesta de situar al poema bajo la campana de un discurso sordo al traqueteo de las sílabas y los acentos, prosaico por pararse lejos de las sonoridades altisonantes, encuentra en la figura retórica de la licentia poetarumun molde textual que a partir del siglo XIX se conoce como poema en prosa y que debe a Baudelaire los primeros intentos, la primera ganancia para la poesía. En nuestro ámbito o tradición, esto que tempranamente consiguen Fernández Moreno en Quiosco y Girondo con Espantapájaros, en los poemas de Fiebelkorn se nos muestra mediante una escritura denotativa que retiene cerca del yo enunciador sus efusiones líricas, para hallar lo absurdo o humorístico en las breves viñetas que propone. Agudeza de ingenio -diría Gracián- que por prepotencia de ironía irrumpe en el remate conceptual de estas pequeñas orfebrerías verbales.

Sebastián Bianchi