Mi escudilla contiene su último alimento; Es de noche y en el cascarón de jade sólo hay un sorbo de vino; Comeré y beberé despacio, para tener fuerza; De quien mira un árbol por primera vez.

La poesía es una forma del hambre, dice con pudor insomne el dios valiente y loco que habla por medio del poeta chino que es Laiseca, de uno de los tantos poetas chinos que es Laiseca. Aquél que lea este libro correrá el riesgo de la multiplicidad. Será muchos en la sabiduría, hasta que la belleza de una línea lo abandone en una milenaria contemplación. En tiempos ruidosos, es bueno que un libro duela sin disonancias. En tiempos vertiginosos, cuando el eco parece ser la única trascendencia posible, es bueno que las palabras sean un prodigio irrepetible.

Poemas chinos - Alberto Laiseca

$17.500
Poemas chinos - Alberto Laiseca $17.500

Mi escudilla contiene su último alimento; Es de noche y en el cascarón de jade sólo hay un sorbo de vino; Comeré y beberé despacio, para tener fuerza; De quien mira un árbol por primera vez.

La poesía es una forma del hambre, dice con pudor insomne el dios valiente y loco que habla por medio del poeta chino que es Laiseca, de uno de los tantos poetas chinos que es Laiseca. Aquél que lea este libro correrá el riesgo de la multiplicidad. Será muchos en la sabiduría, hasta que la belleza de una línea lo abandone en una milenaria contemplación. En tiempos ruidosos, es bueno que un libro duela sin disonancias. En tiempos vertiginosos, cuando el eco parece ser la única trascendencia posible, es bueno que las palabras sean un prodigio irrepetible.