Este primer conjunto de cuentos de Marcelo Pelissier demuestra que la definición más clásica del género es también la más adictiva: una estructura ajustada con un núcleo turbio se tensa hasta una resolución atronadora. Tenemos algo pulido que tiene un hueco.
Rodeadas de elementos cotidianos, hay dos anomalías recurrentes: los seres u objetos extraños, de origen indecible y con una capacidad destructiva tan potente como caprichosa; y los narradores, que tienden a lo metódico, lo clasificatorio y por momentos a lo morboso hasta la aberración.
Este catálogo resume además una derrota contemporánea: las manchas vivas, los mensajes cifrados, los personajes deformes con poderes crueles, las copias zombis de humanos vivos que deambulan por Palermo y todo el espectro de criaturas que forman esta realidad alterada, extendida —a fin de cuentas, política— demuestran que “los fracasos son un registro periódico de la vida”.
Así, el hueco crece a través de historias punzantes y bien definidas, como pequeños mitos aferrados a imágenes que una vez leídas ya no se van: tienen una especie de brillo negro que atrapa alguna zona de la percepción que no sabremos nunca si es nuestra o viene de la noche de los tiempos.
Mariana Lerner

Pequeño catálogo de anomalías - Marcelo Pelissier

$19.250
Pequeño catálogo de anomalías - Marcelo Pelissier $19.250

Este primer conjunto de cuentos de Marcelo Pelissier demuestra que la definición más clásica del género es también la más adictiva: una estructura ajustada con un núcleo turbio se tensa hasta una resolución atronadora. Tenemos algo pulido que tiene un hueco.
Rodeadas de elementos cotidianos, hay dos anomalías recurrentes: los seres u objetos extraños, de origen indecible y con una capacidad destructiva tan potente como caprichosa; y los narradores, que tienden a lo metódico, lo clasificatorio y por momentos a lo morboso hasta la aberración.
Este catálogo resume además una derrota contemporánea: las manchas vivas, los mensajes cifrados, los personajes deformes con poderes crueles, las copias zombis de humanos vivos que deambulan por Palermo y todo el espectro de criaturas que forman esta realidad alterada, extendida —a fin de cuentas, política— demuestran que “los fracasos son un registro periódico de la vida”.
Así, el hueco crece a través de historias punzantes y bien definidas, como pequeños mitos aferrados a imágenes que una vez leídas ya no se van: tienen una especie de brillo negro que atrapa alguna zona de la percepción que no sabremos nunca si es nuestra o viene de la noche de los tiempos.
Mariana Lerner