Este libro analiza un espacio de interacción entre los americanos nativos y el orden colonial en la jurisdicción de San Salvador de Jujuy a lo largo del siglo XVII. A través de un minucioso estudio de caso, María Cecilia Oyarzábal hace visibles para nostoros las vías a través de las cuales se produjo la conformación de una cultura jurídica mestiza. Según su perspectiva, el derecho europeo no fue sencillamente transplantado a las tierras surandinas, sino trabajosa y delicadamente negociado, arrojando como resultado una particular cultura jurídica surgida de una mezcla entre elementos preexistentes pero de extracción diversa con otros creados al calor de aquél contexto.
La autora utiliza expedientes judiciales originados en pleitos tenidos ante la justicia ordinaria de esa jurisdicción para abrirse camino y dar cuenta de entornos significativos que, antropológicamente, nos son ajenos: examinando aquellos procesos judiciales como si de una puesta en escena teatral se tratara, su lectura nos muestra un mundo lleno de estrategias, opciones, gestualidades o silencios, revelando aspectos y perspectivas novedosas sobre el mundo surandino colonial.