Vivo en la calle y nunca tengo plata. Soy un pobre muerto de hambre. Entonces ¿qué más realidad que esa para escribir?...
Palabras sinceras de Víctor Hugo Viscarra (La Paz, Bolivia, 1958 – 2006) que siempre se refirió a sí mismo como un “pobre diablo que desea ir al infierno porque al menos ahí hay calefacción”. Hijo de padre militar y madre golpeadora, pasó su niñez en una suerte de pensión-fonda familiar hasta que a los doce años escapó para vivir, literalmente, en la calle. En el relato “Mi primer arresto” escribió sobre ese momento: 
…un día domingo me sentí cansado de soportar tanta paliza. Aproveché que mi madre se fue a un preste en compañía de mi padrastro para cambiarme la ropa con la intención de escapar y no volver.
A partir de ahí todo fue errancia: pasó un tiempo en un albergue de niños, fue novicio en un seminario, militó en las juventudes comunistas, trabajó en la Aduana y en la Casa de la Cultura de Cochabamba. Hasta que un día, finalmente, decidió parar un momento y alzar su voz, contar su historia. Nació así un riquísimo universo literario alojado en los márgenes de la sociedad, con referencias directas a crudas cuestiones de lo que él mismo veía y padecía. Muchos de sus textos ostentan altas dosis de humor negro, vicios perversos, prostitución y toda una gama de ingenios para beber alcohol sin parar. 
En estas Obras completas el lector encontrará toda la producción literaria publicada de Viscarra —desde su primer texto, el diccionario del Coba, hasta su libro póstumo Ch´aquí Fulero—. En sus páginas podrá apreciar a uno de los más singulares escritores latinoamericanos de las últimas décadas; uno que nos presenta una nueva visión de nuestro continente, una que no teníamos (o vislumbrábamos parcialmente). Víctor Hugo formó y reformó un mundo que todavía conocemos muy poco: el los “hampones”, “choros”, “gatos”, “k´oleros” que viven sin ser visibles en la periferia la ciudad que supo amar y odiar con pasión idéntica: La Paz. 
Vivo en mi mundo —dijo en una entrevista— estoy por mi gente, porque son mis delincuentes, mis maracos, mis mendigos, mis ladrones. El único portavoz que ellos tienen soy yo. Para mí la escritura es como una especie de desahogo, nunca esta ¡maldita sociedad! me ha dado algo

 

EL AUTOR
Víctor Hugo Viscarra (La Paz, Bolivia, 1958 - 2006) es uno de los escritores bolivianos más interesantes de la actualidad, debido a su capacidad de dar voz a las capas más sumergidas de la sociedad urbana de La Paz. Su prosa es sincera y reveladora ya que desde niño debió padecer los constantes maltratos a los que son sometidos sus habitantes. Sus retratos realistas hasta el morbo, sus personajes sin precedentes en la literatura de este continente o su condición de alcohólico irreparable le han valido el mote de “literato de lo marginal”. Sin embargo, Viscarra será finalmente recordado como el escritor que convirtió en protagonistas a los desclasados de una realidad que cada día se asoma con más fuerza y que es imposible de tapar. Escribió solo seis títulos: el diccionario de modismos paceños Coba, el lenguaje secreto del hampa boliviano (1981), Relatos de Víctor Hugo (1996), Alcoholatum y otros drinks, crónicas para pelagatos (2001); Borracho estaba, pero me acuerdo (2002), su autobiografía; Avisos necrológicos (2005); Ch’aqui fulero, los cuadernos perdidos de Víctor Hugo (2007). Murió a los 49 años víctima de las enfermedades que le causó su adicción al alcohol y el duro peregrinar por las calles de la ciudad que más amaba y odiaba a la vez: La Paz.

Obras completas - Víctor Hugo Viscarra

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Vivo en la calle y nunca tengo plata. Soy un pobre muerto de hambre. Entonces ¿qué más realidad que esa para escribir?...
Palabras sinceras de Víctor Hugo Viscarra (La Paz, Bolivia, 1958 – 2006) que siempre se refirió a sí mismo como un “pobre diablo que desea ir al infierno porque al menos ahí hay calefacción”. Hijo de padre militar y madre golpeadora, pasó su niñez en una suerte de pensión-fonda familiar hasta que a los doce años escapó para vivir, literalmente, en la calle. En el relato “Mi primer arresto” escribió sobre ese momento: 
…un día domingo me sentí cansado de soportar tanta paliza. Aproveché que mi madre se fue a un preste en compañía de mi padrastro para cambiarme la ropa con la intención de escapar y no volver.
A partir de ahí todo fue errancia: pasó un tiempo en un albergue de niños, fue novicio en un seminario, militó en las juventudes comunistas, trabajó en la Aduana y en la Casa de la Cultura de Cochabamba. Hasta que un día, finalmente, decidió parar un momento y alzar su voz, contar su historia. Nació así un riquísimo universo literario alojado en los márgenes de la sociedad, con referencias directas a crudas cuestiones de lo que él mismo veía y padecía. Muchos de sus textos ostentan altas dosis de humor negro, vicios perversos, prostitución y toda una gama de ingenios para beber alcohol sin parar. 
En estas Obras completas el lector encontrará toda la producción literaria publicada de Viscarra —desde su primer texto, el diccionario del Coba, hasta su libro póstumo Ch´aquí Fulero—. En sus páginas podrá apreciar a uno de los más singulares escritores latinoamericanos de las últimas décadas; uno que nos presenta una nueva visión de nuestro continente, una que no teníamos (o vislumbrábamos parcialmente). Víctor Hugo formó y reformó un mundo que todavía conocemos muy poco: el los “hampones”, “choros”, “gatos”, “k´oleros” que viven sin ser visibles en la periferia la ciudad que supo amar y odiar con pasión idéntica: La Paz. 
Vivo en mi mundo —dijo en una entrevista— estoy por mi gente, porque son mis delincuentes, mis maracos, mis mendigos, mis ladrones. El único portavoz que ellos tienen soy yo. Para mí la escritura es como una especie de desahogo, nunca esta ¡maldita sociedad! me ha dado algo

 

EL AUTOR
Víctor Hugo Viscarra (La Paz, Bolivia, 1958 - 2006) es uno de los escritores bolivianos más interesantes de la actualidad, debido a su capacidad de dar voz a las capas más sumergidas de la sociedad urbana de La Paz. Su prosa es sincera y reveladora ya que desde niño debió padecer los constantes maltratos a los que son sometidos sus habitantes. Sus retratos realistas hasta el morbo, sus personajes sin precedentes en la literatura de este continente o su condición de alcohólico irreparable le han valido el mote de “literato de lo marginal”. Sin embargo, Viscarra será finalmente recordado como el escritor que convirtió en protagonistas a los desclasados de una realidad que cada día se asoma con más fuerza y que es imposible de tapar. Escribió solo seis títulos: el diccionario de modismos paceños Coba, el lenguaje secreto del hampa boliviano (1981), Relatos de Víctor Hugo (1996), Alcoholatum y otros drinks, crónicas para pelagatos (2001); Borracho estaba, pero me acuerdo (2002), su autobiografía; Avisos necrológicos (2005); Ch’aqui fulero, los cuadernos perdidos de Víctor Hugo (2007). Murió a los 49 años víctima de las enfermedades que le causó su adicción al alcohol y el duro peregrinar por las calles de la ciudad que más amaba y odiaba a la vez: La Paz.