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Al leer la obra de Norah Lange, donde todo es traslaticio, donde los desenlaces s{olo llevan a mas enlaces, pienso en el ep{ilogo de Borges a El Hacedor. "un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años pueba un espacio con imagenes de provincias, de reinos, de montañas, de bajías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara". Lange acaso diría lo contrario: una mujer se propone la tarea de dibujar un mundo, sorprendiéndolo como al descuidop; al final, descubre que ha perdido en ese laberinto la imagen de su cara. Hay algo desamparado y a la ve valiente en las inquietantes narradoras de Lange, temerosas y a la vez empecinadas en buscar y sorprender lo imprevisible. Son narradoras que se toman la narración en serio. Saben que narrar de otro modo es peligroso, acaso tóxico; saben que quien mira sorprende el secreto que acaso no habría que ver, que quien narra se contamina y deja de ser quien cree ser, que narrar es no sólo alterar memorias y relatos sino alterarse a sí misma. Y aúin así estas narradoras aceptan el reto, con infaltabl energía y convicción. Después de todo, no otra cosa es la literatura. 
 
Sylvina Molloy
 

Obras completas - Norah Lange (Tomo 1)

$45.540
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Al leer la obra de Norah Lange, donde todo es traslaticio, donde los desenlaces s{olo llevan a mas enlaces, pienso en el ep{ilogo de Borges a El Hacedor. "un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años pueba un espacio con imagenes de provincias, de reinos, de montañas, de bajías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara". Lange acaso diría lo contrario: una mujer se propone la tarea de dibujar un mundo, sorprendiéndolo como al descuidop; al final, descubre que ha perdido en ese laberinto la imagen de su cara. Hay algo desamparado y a la ve valiente en las inquietantes narradoras de Lange, temerosas y a la vez empecinadas en buscar y sorprender lo imprevisible. Son narradoras que se toman la narración en serio. Saben que narrar de otro modo es peligroso, acaso tóxico; saben que quien mira sorprende el secreto que acaso no habría que ver, que quien narra se contamina y deja de ser quien cree ser, que narrar es no sólo alterar memorias y relatos sino alterarse a sí misma. Y aúin así estas narradoras aceptan el reto, con infaltabl energía y convicción. Después de todo, no otra cosa es la literatura. 
 
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