No es exagerado decir que en muchos países occidentales las últimas décadas vieron el paso acelerado de la familia modelo papá, mamá y sus hijos a los modelos de familia, que abarcan una diversidad creciente de conformaciones: monoparentales, ensambladas, extendidas, encabezadas por dos hombres o por dos mujeres, con tres progenitores, conviviendo o no, unidos en matrimonio o por otras formas de relación social. Mientras tanto, las políticas públicas de cuidado tendieron a quedarse varios pasos atrás de esos cambios. Como se sostiene en este libro, que viene a abonar un novedoso campo de investigación e intervención política en América Latina, es hora de cuestionar a la familia tradicional como la principal proveedora de cuidados. ¿Qué ganamos y qué perdemos cuando, por el contrario, usamos la idea de hogar? ¿Qué tanto reproducen las novedosas formas familiares los estereotipos de género de sus formaciones tradicionales? ¿Cómo incluir también a los adultos mayores que no solo reciben cuidado, sino que también a veces deben proveerlo como destinatarios de estas políticas, cuando las jubilaciones son magras o inalcanzables? ¿Cómo hacerlo con las personas con discapacidad, cuando en gran medida los mercados laborales no les ofrecen posibilidades de empleo formal? Se trata, dicen las autoras y autores de este libro pionero, de impulsar nuevas leyes y normas que provoquen a su vez un cambio cultural, el de pensar el cuidado como un derecho humano. La ambición de fondo es que la política pueda promover un reparto más justo de estas tareas también, y especialmente, por fuera de los hogares para acompañar la saludable diversificación de las relaciones familiares que la sociedad está llevando adelante.

Nuevas familias, nuevos cuidados - Isabel Cristina, Jaramillo Sierra

$25.290
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No es exagerado decir que en muchos países occidentales las últimas décadas vieron el paso acelerado de la familia modelo papá, mamá y sus hijos a los modelos de familia, que abarcan una diversidad creciente de conformaciones: monoparentales, ensambladas, extendidas, encabezadas por dos hombres o por dos mujeres, con tres progenitores, conviviendo o no, unidos en matrimonio o por otras formas de relación social. Mientras tanto, las políticas públicas de cuidado tendieron a quedarse varios pasos atrás de esos cambios. Como se sostiene en este libro, que viene a abonar un novedoso campo de investigación e intervención política en América Latina, es hora de cuestionar a la familia tradicional como la principal proveedora de cuidados. ¿Qué ganamos y qué perdemos cuando, por el contrario, usamos la idea de hogar? ¿Qué tanto reproducen las novedosas formas familiares los estereotipos de género de sus formaciones tradicionales? ¿Cómo incluir también a los adultos mayores que no solo reciben cuidado, sino que también a veces deben proveerlo como destinatarios de estas políticas, cuando las jubilaciones son magras o inalcanzables? ¿Cómo hacerlo con las personas con discapacidad, cuando en gran medida los mercados laborales no les ofrecen posibilidades de empleo formal? Se trata, dicen las autoras y autores de este libro pionero, de impulsar nuevas leyes y normas que provoquen a su vez un cambio cultural, el de pensar el cuidado como un derecho humano. La ambición de fondo es que la política pueda promover un reparto más justo de estas tareas también, y especialmente, por fuera de los hogares para acompañar la saludable diversificación de las relaciones familiares que la sociedad está llevando adelante.