Liliana Colanzi, una de las autoras bolivianas más destacadas de la nueva generación, llega a Eterna Cadencia Editora con un libro intenso, feroz y complejo, en el que resuenan ecos de Sara Gallardo, Horacio Quiroga o Silvina Ocampo.

“La escritura de Colanzi es brillante, intuitiva pero a la vez precisa, nada gratuita. Sensorial y enigmática. En ella hay constantes presagios, el aroma de un destino maldito. Las palabras encierran un sentido invisible, no han de usarse nunca con improvisación ni inconsciencia… Su madurez y su talento son envidiables. El tiempo confirmará lo que para mí es hoy una seguridad sin rendijas”. SARA MESA

Una mujer en una misión de colonización en Marte, un joven poseído por el impulso asesino de un indio mataco, un chico que dice comunicarse con gente del espacio, una nana ayorea a la que le gusta comerse los piojos y asegura que los muertos nunca se van. En los bordes de la ciencia ficción, lo fantástico y lo pesadillesco, estos cuentos exploran, con una mirada alejada de todo exotismo, la idea de la muerte en las grietas del mestizaje, allí donde la idiosincrasia indígena y su historia de explotación chocan con la vida moderna y urbana.

 

Nuestro Mundo Muerto - Liliana Colanzi

$18.500
Nuestro Mundo Muerto - Liliana Colanzi $18.500

Liliana Colanzi, una de las autoras bolivianas más destacadas de la nueva generación, llega a Eterna Cadencia Editora con un libro intenso, feroz y complejo, en el que resuenan ecos de Sara Gallardo, Horacio Quiroga o Silvina Ocampo.

“La escritura de Colanzi es brillante, intuitiva pero a la vez precisa, nada gratuita. Sensorial y enigmática. En ella hay constantes presagios, el aroma de un destino maldito. Las palabras encierran un sentido invisible, no han de usarse nunca con improvisación ni inconsciencia… Su madurez y su talento son envidiables. El tiempo confirmará lo que para mí es hoy una seguridad sin rendijas”. SARA MESA

Una mujer en una misión de colonización en Marte, un joven poseído por el impulso asesino de un indio mataco, un chico que dice comunicarse con gente del espacio, una nana ayorea a la que le gusta comerse los piojos y asegura que los muertos nunca se van. En los bordes de la ciencia ficción, lo fantástico y lo pesadillesco, estos cuentos exploran, con una mirada alejada de todo exotismo, la idea de la muerte en las grietas del mestizaje, allí donde la idiosincrasia indígena y su historia de explotación chocan con la vida moderna y urbana.