Una mentira sobre el pasado es reconfortante, confirma sensaciones sobre las cuales –de otro modo- se sentiría vergüenza, y fija puntos de referencia tranquilizadores, sin importar si son verdaderos o falsos.
Destruir una patraña de carácter histórico, entonces, tiene dos efectos: el primero es corregir el conjunto de informaciones sobre el pasado que se utilizan para construir la propia memoria individual y colectiva; un uso que llamaremos ‘neutro’, o como mucho, ‘reparador’. El segundo efecto, más difícil de conseguir, es el de destruir las certezas y presuntos datos reales en quien escucha; fenómeno peligroso, que puede crear un muro de incomunicación. No se destruye impunemente una certeza.
Por ello, el trabajo de deconstrucción de falsedades históricas es, a menudo, poco útil para hacer cambiar de actitud a los difusores de estas noticias. Pero es un trabajo que se lleva adelante para circunscribir el ámbito de difusión de noticias falsas que envenenan la memoria, y a través de ella, la percepción del presente. Desmentir una mentira que circula por Internet puede no servir para hacer cambiar de idea a quien desparrama estupideces, pero sí para quien navega en la web, para poder reconocer y apartar fuentes de noticias falsas.
La base de un posible futuro totalitario pasa también por la rehabilitación del pasado totalitario. Mostrar la realidad de ese pasado es un primer paso para evitar que ese pasado se vuelva futuro.

Mussolini también hizo cosas buenas - Francesco Filippi

$20.700
Mussolini también hizo cosas buenas - Francesco Filippi $20.700

Una mentira sobre el pasado es reconfortante, confirma sensaciones sobre las cuales –de otro modo- se sentiría vergüenza, y fija puntos de referencia tranquilizadores, sin importar si son verdaderos o falsos.
Destruir una patraña de carácter histórico, entonces, tiene dos efectos: el primero es corregir el conjunto de informaciones sobre el pasado que se utilizan para construir la propia memoria individual y colectiva; un uso que llamaremos ‘neutro’, o como mucho, ‘reparador’. El segundo efecto, más difícil de conseguir, es el de destruir las certezas y presuntos datos reales en quien escucha; fenómeno peligroso, que puede crear un muro de incomunicación. No se destruye impunemente una certeza.
Por ello, el trabajo de deconstrucción de falsedades históricas es, a menudo, poco útil para hacer cambiar de actitud a los difusores de estas noticias. Pero es un trabajo que se lleva adelante para circunscribir el ámbito de difusión de noticias falsas que envenenan la memoria, y a través de ella, la percepción del presente. Desmentir una mentira que circula por Internet puede no servir para hacer cambiar de idea a quien desparrama estupideces, pero sí para quien navega en la web, para poder reconocer y apartar fuentes de noticias falsas.
La base de un posible futuro totalitario pasa también por la rehabilitación del pasado totalitario. Mostrar la realidad de ese pasado es un primer paso para evitar que ese pasado se vuelva futuro.