La poesía más alta suele ser muchas veces un territorio difícil de abordar, como una  tierra incógnita en la que el lector avanza con dificultad y extrañeza. Pero es justamente ese avanzar a tientas, un desconcierto a veces sembrado de señales lo que  lo motiva a seguir. La poesía de Libertad Demitrópulos, tan breve como contundente, encarna esa fuerza ambigua que amalgama tradición e invención, historia y mitos,  mestizaje de lo que es a la vez dolorosamente terrenal y trascendente. Nacida en Ledesma, Jujuy, en 1922, vivió de cerca la explotación de los trabajadores de la zafra en su pueblo, quizás el inicio de su preocupación por la injusticia social, los explotados, las minorías como simple moneda de cambio o capricho. Fue maestra en escuelas de provincia y tuvo una frágil salud que la llevó a operarse varias veces del  corazón.  

Se cuenta que un buen día el poeta Manuel J. Castilla le presentó a un colega, Joaquín  Giannuzzi. En 1951 se casaron y ese mismo año, estando ya en Buenos Aires, Libertad  publicó Muerte, animal y perfume, su primer y único libro de poemas. A partir de entonces se volcará a la narrativa; sin embargo la poesía se enseñorea en su estilo y sus novelas despliegan plenamente un lirismo trágico y vital, tan personal como resonante  de las causas colectivas.  

Como dice Florencia Abatte su literatura es un testimonio lírico donde el juego con la  oralidad, la poesía y los géneros populares se mezclan al vaivén de una memoria íntima, “una larga e interminable lucha, en la que rebelarse o resistir requiere  encontrar almas aliadas”. Desde Los comensales (1957) hasta su libro más célebre, el formidable relato histórico Río de las congojas (1981), y en otras obras posteriores, desarrolla una prosa poética poderosa donde las mujeres, usadas a razón de su género y clase, luchan por abrirse paso en un entorno que las oprime. 

Prólogo de Mario Nosotti 

 

Muerte, animal y perfume - Libertad Demitrópulos

$18.000
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La poesía más alta suele ser muchas veces un territorio difícil de abordar, como una  tierra incógnita en la que el lector avanza con dificultad y extrañeza. Pero es justamente ese avanzar a tientas, un desconcierto a veces sembrado de señales lo que  lo motiva a seguir. La poesía de Libertad Demitrópulos, tan breve como contundente, encarna esa fuerza ambigua que amalgama tradición e invención, historia y mitos,  mestizaje de lo que es a la vez dolorosamente terrenal y trascendente. Nacida en Ledesma, Jujuy, en 1922, vivió de cerca la explotación de los trabajadores de la zafra en su pueblo, quizás el inicio de su preocupación por la injusticia social, los explotados, las minorías como simple moneda de cambio o capricho. Fue maestra en escuelas de provincia y tuvo una frágil salud que la llevó a operarse varias veces del  corazón.  

Se cuenta que un buen día el poeta Manuel J. Castilla le presentó a un colega, Joaquín  Giannuzzi. En 1951 se casaron y ese mismo año, estando ya en Buenos Aires, Libertad  publicó Muerte, animal y perfume, su primer y único libro de poemas. A partir de entonces se volcará a la narrativa; sin embargo la poesía se enseñorea en su estilo y sus novelas despliegan plenamente un lirismo trágico y vital, tan personal como resonante  de las causas colectivas.  

Como dice Florencia Abatte su literatura es un testimonio lírico donde el juego con la  oralidad, la poesía y los géneros populares se mezclan al vaivén de una memoria íntima, “una larga e interminable lucha, en la que rebelarse o resistir requiere  encontrar almas aliadas”. Desde Los comensales (1957) hasta su libro más célebre, el formidable relato histórico Río de las congojas (1981), y en otras obras posteriores, desarrolla una prosa poética poderosa donde las mujeres, usadas a razón de su género y clase, luchan por abrirse paso en un entorno que las oprime. 

Prólogo de Mario Nosotti