La invención de un lenguaje propio y al mismo tiempo reconocible implica de algún modo la construcción de un mundo habitable. Este libro de Sergio Chejfec materializa ese prodigio: exhibir un sistema de representación en el que cada relato es una introspección y toda introspección describe el entorno perceptible, como inventarios sensoriales que narran la experiencia.

En las nueve historias de Modo linterna, la anécdota funciona como plataforma para una nueva economía del sentido. La esquiva fotogenia de dos guacamayas, una minuciosa deconstrucción de las nevadas, la grafía en las lápidas de un cementerio parisino o los equívocos de los encuentros literarios, son condiciones de posibilidad para la existencia del relato: narraciones que a fuerza de precisa intuición convierten en abstracta la materialidad de las cosas y en íntima la indeterminación del mundo.

Entre la ficción, la crónica testimonial, el ensayo y el diario filosófico, estos relatos se desarrollan en distintos lugares pero no buscan ofrecer un mapa. Proponen más bien el encuentro de diferentes formas de lo particular dentro de lo genérico, y de lo pasajero en lo permanente. El resultado de este procedimiento es cada vez sorprendente: una austeridad que no nos priva de nada.

Modo linterna - Segio Chejfec

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La invención de un lenguaje propio y al mismo tiempo reconocible implica de algún modo la construcción de un mundo habitable. Este libro de Sergio Chejfec materializa ese prodigio: exhibir un sistema de representación en el que cada relato es una introspección y toda introspección describe el entorno perceptible, como inventarios sensoriales que narran la experiencia.

En las nueve historias de Modo linterna, la anécdota funciona como plataforma para una nueva economía del sentido. La esquiva fotogenia de dos guacamayas, una minuciosa deconstrucción de las nevadas, la grafía en las lápidas de un cementerio parisino o los equívocos de los encuentros literarios, son condiciones de posibilidad para la existencia del relato: narraciones que a fuerza de precisa intuición convierten en abstracta la materialidad de las cosas y en íntima la indeterminación del mundo.

Entre la ficción, la crónica testimonial, el ensayo y el diario filosófico, estos relatos se desarrollan en distintos lugares pero no buscan ofrecer un mapa. Proponen más bien el encuentro de diferentes formas de lo particular dentro de lo genérico, y de lo pasajero en lo permanente. El resultado de este procedimiento es cada vez sorprendente: una austeridad que no nos priva de nada.