La palabra es una obsesión que busca algún cuerpo donde reflejarse. No quiere un espejo que le devuelva la imagen desgarbada, necesita un objeto, un "algo" que la signifique.

Wolf lo sabe, se hace cargo de esta gesta (casi eterna) y carga cada palabra (karma, calma) para darle un cuerpo, un peso propio. No se postula, tan solo, como escritor o como poeta. Se postula como un buscador de formas.

Aquí se mezcla Patti Smith con Dante, y Cassandra ya lo sabe. Se "besayunan" porque el hombre nació para inventar la palabra (no hemos hecho otra cosa desde que Adan y Eva decidieron la tierra) y el autor lo sabe y se dedica a ello.

"La cama está hambrienta de mí en vos" "Barrilete tóxico" "Dehumoydistancia".

Para él fundir palabras es refundarlas, (re)valorizarlas.

Cambiarle el sonido es brindarles nuevos cuerpos, quitarle lo oscuro y volverlas brillo, darles significantes "El Crepúsculo salvó a varios del ocaso".

La búsqueda late en cada línea del libro. La exploración del lenguaje es también la del yo, del lugar para morar, del amor (tantas veces vencido, agrio, rancio, retorcido y puro). Mientras tanto no es sólo el título del libro, es la combinación de palabras más terrible que conoce la humanidad. Es un castigo para el hombre.

Cuando creemos que algo es el centro del mundo, sufrimos la condena, inmediata, de otra cosa que sucede, paralela, al unísono. "En el salvajismo de asumir el riesgo de una vez y para siempre" Mientras tanto resume la forma de respirar palabras, de pensarlas, tocarlas. Aquí "el corazón manda y la luna recita escribiendo en el cuerpo".

Ezequiel Wolf, atento, invita a abrir este libro "con lápiz como señalador" y saber que "cuando el arroyo nos venga a buscar nos tiene que encontrar nadando", "Besados por un rayo de luna".

Marcelo Rubio.

Mientas tanto - Ezequiel Wolf

$15.000
Mientas tanto - Ezequiel Wolf $15.000

La palabra es una obsesión que busca algún cuerpo donde reflejarse. No quiere un espejo que le devuelva la imagen desgarbada, necesita un objeto, un "algo" que la signifique.

Wolf lo sabe, se hace cargo de esta gesta (casi eterna) y carga cada palabra (karma, calma) para darle un cuerpo, un peso propio. No se postula, tan solo, como escritor o como poeta. Se postula como un buscador de formas.

Aquí se mezcla Patti Smith con Dante, y Cassandra ya lo sabe. Se "besayunan" porque el hombre nació para inventar la palabra (no hemos hecho otra cosa desde que Adan y Eva decidieron la tierra) y el autor lo sabe y se dedica a ello.

"La cama está hambrienta de mí en vos" "Barrilete tóxico" "Dehumoydistancia".

Para él fundir palabras es refundarlas, (re)valorizarlas.

Cambiarle el sonido es brindarles nuevos cuerpos, quitarle lo oscuro y volverlas brillo, darles significantes "El Crepúsculo salvó a varios del ocaso".

La búsqueda late en cada línea del libro. La exploración del lenguaje es también la del yo, del lugar para morar, del amor (tantas veces vencido, agrio, rancio, retorcido y puro). Mientras tanto no es sólo el título del libro, es la combinación de palabras más terrible que conoce la humanidad. Es un castigo para el hombre.

Cuando creemos que algo es el centro del mundo, sufrimos la condena, inmediata, de otra cosa que sucede, paralela, al unísono. "En el salvajismo de asumir el riesgo de una vez y para siempre" Mientras tanto resume la forma de respirar palabras, de pensarlas, tocarlas. Aquí "el corazón manda y la luna recita escribiendo en el cuerpo".

Ezequiel Wolf, atento, invita a abrir este libro "con lápiz como señalador" y saber que "cuando el arroyo nos venga a buscar nos tiene que encontrar nadando", "Besados por un rayo de luna".

Marcelo Rubio.