Memorias de la plantación reúne una serie de episodios cotidianos de racismo escritos bajo la forma de breves escenas psicoanalíticas. De las políticas de espacio y exclusión a las políticas del cuerpo y el cabello, pasando por los insultos racistas, Kilomba desmonta la normalización del racismo y consigue exponer sin grandilocuencia la violencia y el trauma de ser tratada/o como Otra/o.

Estamos ante una obra original, que combina teoría poscolonial, psicoanálisis, estudios de género, feminismo negro y narrativa poética. Descubierto por el gran público en el Festival Internacional de Literatura de Berlín en 2008, el libro ingresó rápidamente en las discusiones académicas en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Y, desde entonces, Kilomba construyó un estilo subversivo y singular para darle cuerpo, voz e imagen.

La combinación de las palabras plantación y memoria no es azarosa, permite comprender al racismo como realidad traumática y recrear una escena colonial en la que el pasado viene a coincidir con el presente y el presente es vivido como si se situara en ese pasado desgarrador. Se trata de poner el dedo en una herida insuficientemente tratada: el colonialismo.

Memorias de la plantación - Grada Kilomba

$18.000
Memorias de la plantación - Grada Kilomba $18.000

Memorias de la plantación reúne una serie de episodios cotidianos de racismo escritos bajo la forma de breves escenas psicoanalíticas. De las políticas de espacio y exclusión a las políticas del cuerpo y el cabello, pasando por los insultos racistas, Kilomba desmonta la normalización del racismo y consigue exponer sin grandilocuencia la violencia y el trauma de ser tratada/o como Otra/o.

Estamos ante una obra original, que combina teoría poscolonial, psicoanálisis, estudios de género, feminismo negro y narrativa poética. Descubierto por el gran público en el Festival Internacional de Literatura de Berlín en 2008, el libro ingresó rápidamente en las discusiones académicas en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Y, desde entonces, Kilomba construyó un estilo subversivo y singular para darle cuerpo, voz e imagen.

La combinación de las palabras plantación y memoria no es azarosa, permite comprender al racismo como realidad traumática y recrear una escena colonial en la que el pasado viene a coincidir con el presente y el presente es vivido como si se situara en ese pasado desgarrador. Se trata de poner el dedo en una herida insuficientemente tratada: el colonialismo.